Diferencias con
Francisco Toledo
Toda
esta historia comenzó con una queja de una particular en Correo Ilustrado de La Jornada sobre el cambio de uso de suelo
de una plaza en el D. F. y cuya ¨remodelación¨ estuvo a cabo del Arq. Enrique
Lastra de no buena memoria en Oaxaca. La
Jornada no publicó mi comentario sobre el particular el cual si fue dado a
la luz en Oaxaca por Noticias (mayo
2, 2012). Como hacía mención explícita de Francisco Toledo como actor en una
remodelación parecida en la plazuela del Carmen Alto en Oaxaca, éste respondió
(mayo 5, 2012) en el mismo periódico. A continuación reproduzco su carta:
Presente
Mayo 3, 2012
Por
este medio y de acuerdo a la nota de Manuel
Esparza publicada en el periódico Noticias
Voz e imagen de Oaxaca el miércoles 2
de mayo de 2012, le comento que mi casa habitación nunca colindó con la plazuela
del Carmen Alto. Hoy en día el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca colinda
con la plazuela, pues compraron los predios colindantes.
Anteriormente hemos tenido nuestras
diferencias en cuanto a la conservación o restauración del patrimonio se
refiere, sin embargo en 1996, ProOax y la Fundación Morales colaboraron para la
edición del libro Santo Domingo Grande,
hechura y reflejo de nuestra sociedad
de su autoría, lo que demuestra una apertura al diálogo y no una animadversión
gratuita.
Sin otro particular y a la espera de sus
comentarios, aprovecho para enviarle un saludo cordial, Francisco Toledo
(rúbrica).
Tuve que responder por medio de una
carta pública (Noticias, mayo 16,
2012) en los siguientes términos:
Presente
Gracias por aclarar que fue el Arq.
Legorreta el que diseñó la actual plaza del Carmen Alto y no el Arq. Macotela.
La ex casa habitación tuya, dispensa, pero sí colinda con la plazuela; el
actual IAGO (Instituto de Artes Gráficas
de Oaxaca) colinda más después de que se obligó a los inquilinos de esos
predios a salir, pero debido a la oposición de ellos se tuvo que pagar más de
lo que se les estaba ofreciendo.
Era un atractivo turístico y un modo decente
de ganarse la vida la ocupación de parte de la plazuela por las tejedoras
indígenas. No entiendo cómo ¨voluntariamente¨ aceptaron irse allá atrás de
Santo Domingo, en una acera angosta, donde nadie se paraba a comprarles. En mi
nota en Noticias yo no te pedía
cuánto había costado la remodelación de la plazuela así que no tengo por qué preguntarle al entonces presidente
municipal Gabino Cué esos datos, pero sí me gustaría saber si hay un escrito en
que las indígenas aceptaran cambiarse de sitio y si se les ofreció dinero y a
quiénes.
Y hasta aquí tendría que limitar mis
comentarios, pero tú gratuitamente introduces otros temas del pasado que sí me
urge aclararlos. Dices, en efecto, que ¨anteriormente hemos tenido nuestras
diferencias en cuanto a la conservación y restauración del patrimonio.¨ Tienes
razón, eso empezó en 1973 cuando por el puesto que tenía se me ordenó ir a la
Casa de la Cultura de Juchitán y decomisar todo el material arqueológico. La
orden era porque a pesar de que en 1972 se había hecho por el INAH un inventario
de esos bienes nacionales y se te había advertido que no podías seguir
comprando piezas arqueológicas, se tenía conocimiento en el Departamento
Jurídico del mismo Instituto en manos del Lic. (Alejandro) Geerts Manero que la Casa de la Cultura seguía
adquiriendo materiales. Acompañado de personal del Departamento de Inventarios
del Patrimonio se recogió todo el
material que además estaba en estado lamentable en cajas de cartón junto con
vigas y materiales de construcción pues se remodelaba el museo: había piezas
adornando la oficina del entonces director, un abogado de nombre (Víctor) de la Cruz, piezas que estaban
al alcance de la mano de cualquiera que entrara.
Ese material, conforme a la ley podía
haber sido retirado definitivamente de las colecciones de la Casa de la
Cultura, sin embargo, en el acta que levanté se asentó que las colecciones
regresarían hasta que hubiera condiciones dignas en un establecimiento que
presumía de conservar el pasado material
prehispánico. Pasó el tiempo, y yo ya no siendo funcionario ese material fue
regresado a Juchitán, ignoro bajo qué procedimiento e inventarios se hizo el
traslado. El abogado de la Cruz
nunca perdonó que un ¨criollo¨ como me llamaba hubiera hecho tal acción. Entre
más pasaba el tiempo él siguió insistiendo que faltaban piezas, y ya víctima de
su enfebrecida mente, en publicación relativamente reciente de la Revista de la
UNAM, me acusó de robo. Sí, Francisco, tengo motivos para no estar de acuerdo
en cómo se debe conservar el patrimonio.
Me llama también la atención que
gratuitamente me reproches por tener diferencias después de que en 1998 ¨ProOax
y la Fundación Morales colaboraron para la edición del libro Santo Domingo Grande¨ de mi autoría.
Francisco, eso sucedió hace 14 años, y parece que se te han olvidado algunos detalles. Fue en el tiempo cuando
varios compañeros hicimos el periódico Cambio.
Tú nos ayudaste con tu acostumbrada generosidad a echar andar ese proyecto. Un
día me citaste para conversar en el MACO (Museo
de Arte Contemporáneo de Oaxaca). Ahí, sin más me pediste que en el
periódico atacara al Arq. (Martín)
Ruiz Camino director de Turismo del Estado con quien no estabas de acuerdo por
lo que estaba escribiendo y haciendo. Me negué diciendo que no vendía mi pluma.
Y aproveché todavía para pedirte que apoyaras en la publicación del libro de
Santo Domingo al que te refieres. A regañadientes aceptaste a pesar de mi
negativa a tu petición. Rodolfo Morales que también había prometido cooperar se
echó para atrás para no enemistarse con el pasante de arquitectura (Juan) Urquiaga que hacía junto con el
Arq. Lastra sus primeros ensayos dizque en restauración en Santo Domingo. Ya
era tarde para cambiar el formato en la imprenta y así salió que tanto ProOax y
la Fundación Morales eran los editores del libro. Ahora bien, ¿en qué consistió
tu ayuda económica además del logotipo de ProOax en la edición? Tú pusiste 10,000
pesos, el costo total de la investigación y publicación fue de 70,000 pesos. Te
entregué empaquetados 140 copias del libro que compensaba tu inversión de 10,000 pesos. El precio del
libro al público fue de 150 pesos, por tanto en cada libro que vendieras en la
librería del IAGO ganabas 80 pesos, además de recuperar en cada uno 70 pesos de
tu inversión. Francamente fue un buen negocio. No tengo por qué sentirme
culpable de ingratitud.
Aceptas en tu carta la apertura al diálogo ¨Y
no una animadversión gratuita.¨ De mi parte puedo asegurarte que llevo años
respondiendo a los que preguntan por ti que eres de una personalidad muy rica y
compleja, sumamente generoso con tus bienes, generosidad que es patente en las
obras e instituciones que has hecho con tu propio patrimonio. En materia de
conservación es claro que hay un margen de subjetivismo y cualquier
intervención no va a dejar a nadie satisfecho. Animado con tu invitación al
diálogo veo ese elemento subjetivo
actuando de suerte que veo la carencia de diálogo cuando te negaste a
que en el IAGO fuera la sede de un foro
abierto para discutir la intervención que se hacía en Santo Domingo
(1994-1998), así mismo no veo congruencia entre lo que se supone defiende
ProOax y el silencio en las intervenciones en los templos y ex conventos de la
Mixteca incluyendo la casa de la Cacica en Teposcolula propiedad de la Fundación
Harp Helú, así mismo en San Pablo de esta ciudad.
Francisco,
de mi parte no hay animadversión como dices, pero sí dudas de cómo entender tu
protagonismo en algunos proyectos y la omisión para opinar en otros
por motivos que se me escapan.
Debe ser el precio de ser famoso y ser tironeado por diversos intereses. Ser un
genio como lo eres tú debe ser muy conflictivo. Espero y deseo que sigas tu
camino de creador sin las distracciones de este tipo precisiones y aclaraciones
secundarias.
Un abrazo, Manuel
Esparza.
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