viernes, 27 de mayo de 2016

Un desertor del ejército

Memorias de un desertor del Ejército

Manuel Esparza



Uno de los obstáculos principales para la observancia de los derechos humanos en sociedades que no logran dar un paso definitivo a la democracia es el uso del ejército de parte de los gobiernos para salvaguardar los intereses de las clases dominantes. Describir la férrea y a veces arbitraria disciplina de los cuarteles, criticar el abuso de la autoridad de los mandos superiores contra los militares inferiores, delatar la subordinación vergonzosa a la suprema autoridad civil en asuntos que contradicen la misma ética militar puede ser un ejercicio novelesco. Pero si el autor de la ficción fue militar, su testimonio cuestiona la obediencia militar como excusa al cumplir órdenes que implican crímenes de Estado. De nuevo están sobre la mesa los juicios de Núremberg, el grito de monseñor Romero a los soldados pidiéndoles desobedecer las órdenes de matar civiles, las decisiones de conciencia de miles de soldados desertores. Memorias de un desertor es una valiente denuncia del uso anticonstitucional del ejército y del inexistente fuero con el que se quiere encubrir acciones criminales.



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SOBRE FRANCISCO GONZÁLEZ DURÁN DE LEÓN

Francisco González Durán De León

Francisco González Durán de León nació en la Ciudad de México; se graduó como médico cirujano y partero militar (1980-1986). Viajó a Chiapas a los 16 años con el padre Mardonio Morales S.J., donde conoció la lucha civil, legal y pacífica para defender a la población tzeltal de los abusos del gobierno y de los finqueros. Ahí entendió la misión y el compromiso de la Teología de la Liberación impulsada por don Samuel Ruiz. En 1994, durante el conflicto armado zapatista fue comisionado como comandante del agrupamiento de labor social del Ejército mexicano en Simojovel, Chiapas, ahora con la población tzotzil. La crisis existencial que le provocó observar que su misión era contraria a las necesidades de los indígenas, lo llevó a externar sus ideas y recibir varios reportes de las autoridades militares. Al justificar su desacuerdo con las políticas del gobierno, solicitó su baja, que le fue negada. Desertó en el sexenio de Ernesto Zedillo, a sabiendas de las graves consecuencias familiares que ello implicaría.