jueves, 12 de agosto de 2021

 

In Memoriam

Philip A. Dennis (1946- 2021)

Manuel Esparza

 Philip junto son sus hermanos mayores Art y Lynn vivió de niño en Irak (1952-53) donde su papá P. Eldon Dennis fue comisionado por la ONU para un proyecto de desarrollo ya que era Ingeniero de aguas subterráneas A sus escasos 6 años iba y venía caminando solo a la escuela, así de pacífica era Bagdad. La escuela era para niños de extranjeros e iraquíes acomodados, ahí enseñaban monjas inglesas y francesas. Phil recuerda cómo empezó a odiar las clases de inglés, pues la monja inglesa, una gorda tipo sargento se la pasaba inútilmente corrigiéndole su acento texano, en cambio las francesas gozaban enseñado su idioma y felicitándolo por su avance en la lengua. Irak iba a marcarlo para el resto de su vida. Allá la familia trató a un ingeniero iraquí que además era Bahaí, Abbas Baghdadi. Fue tanto el trato con esa persona que sus papás se convirtieron a esa fe. Ya de regreso a Lubbok, Texas, ese ingeniero visitó a los Dennis, años después moriría terriblemente torturado por el régimen represor. Texas Tech fue la universidad donde su padre enseñó y donde Philip después de graduarse en la Universidad de Cornell iba a enseñar también durante 34 años. Aquella exposición a personas de otros idiomas y costumbres, más su disposición personal, le ayudó a hacer investigación en Oaxaca, el norte de Brasil, Costa Rica y entre los miskitos de Nicaragua donde aprendió el idioma. El ejemplo de sus padres practicantes del humanismo Bahaí, fue algo que internalizó en su trato con la gente que conoció en las investigaciones de campo, entre colegas que ayudó facilitándoles estadías en Texas Tech, en auxilio de los discriminados públicamente como personalmente pude observar en mis correrías con él en Estados Unidos y varios estados de México. Mis hijos le están agradecidos por haberlos recibido por meses en su casa para que aprendieran inglés en las escuelas públicas y campos de verano. Conocí a Philip en Cornell y pronto nos hicimos amigos, soy padrino de Conrad el menor de Brian y Kari. Cuando estuve en cuidados intensivos por un infarto, él vino a visitarme a Oaxaca. Cuando se jubiló se cambió con su esposa Becky a California donde también estuvo enseñando en la Universidad de California en Chico. Con Gabriel mi hijo fui a verlo en 2015 cuando Kari su hija le organizó un homenaje y cuando ya era víctima del Alzheimer. El año de la pandemia del 2020 cayó víctima del Covid-19 y estuvo hospitalizado como último recurso pues los pronósticos eran muy negativos. Le salió lo texano y se recuperó de la infección, pero el Alzheimer siguió su destrucción y tuvo que ser internado en un asilo bien atendido en Lubbock. En su retiro en Chico tuvo tiempo para reflexionar cómo hubiera sufrido su padre con la invasión americana a Irak, país que tanto quiso. Phil escribió sobre sus compatriotas ignorantes unos, otros creyendo en la rectitud de su gobierno: “¿De dónde sacaron que quitando a un dictador, y luego ocupando su país militarmente llevarían paz y bienestar? ¿Hasta qué profundidades de locura hemos descendido? ¿Cómo podemos prevenir esos colosales errores en el futuro?” Y en su mente que ya no recuerda igual, aún se hace esa pregunta cuando recibe noticias de lo que sucede no sólo en el medio oriente lejano, sino en su propio país. Tenía esperanza de que en las próximas elecciones el país supiera elegir al que corrigiera el rumbo…”(datos de “A Chico man remembers living in a peaceful Iraq¨ by Phiip Dennis, Chico News & Review, Volume 35, Issue 32, April 5, 2012). En el homenaje por sus 70 años en 2015, se le notaba preocupado, casi angustiado por terminar de fotocopiar suficientes copias para los invitados de una serie de bignettes sobre su estancia entre los miskitos. Ya llevaba tiempo diagnosticado de Alzheimer aunque no era notorio, pues seguía enseñando en la universidad, y menos, en los escritos breves que repartió, es tal humor de lo que cuenta, los nombres de personas y lugares, que nadie sospecharía que estuviera enfermo. El quería que se publicaran sus artículos en forma de libro. También deseaba escribir una historia de vida de Víctor, un pescador miskito que fue su informante, compañero de viajes, constructor de su palafito y con quien se llamaban de hermano según la costumbre miskita después de conocerse durante 20 años desde 1978. Quería algo parecido a la Historia de un bracero de Zenón Ramírez de Oaxaca. Tuvo una relación parecida con Beto de Santiaguito, Etla, donde hizo investigación para obtener el doctorado en 1970. Cada vez que regresaba a Oaxaca iba a visitar a su amigo. Este Beto era una leyenda, hombre de campo macizo que nada lo detenía, fue el primero en Oaxaca que pudo bajar la señal de televisión por medio de una antena hecha de colchón de resortes que se usaban antes, era mecánico de coches, hubo vez que fue a componer la máquina del ferrocarril que nadie lo podía arreglar. En toda la región de los Etla, don Beto instaló bombas de agua que también reparaba, ideó hacer pozos de agua con anillos de concreto que se iban bajando conforme se escarbaba, logró que los campesinos hicieran represas por todos lados. A mí también me hubiera gustado haberlo grabado, eran incontables sus experiencias cada vez que le llevaba el viejo Datsun a servicio. Su hijo Beto aún conserva y mejora el taller mecánico y la granja justo a la entrada del pueblo a un lado de la carretera hacía México. Beto siempre me preguntaba cuándo iba a regresar Felipe, lo mismo hace mi dentista Dr. Ángel Gómez con quien venía a tratarse desde Estados Unidos. Así respetaba y se llevaba Felipe con la gente que rápidamente se ganaba su amistad, una cualidad envidiable para un antropólogo. Profundamente preocupado por las clases pobres, los indígenas y sus culturas tradujo al inglés el México profundo de Guillermo Bonfil (Mexico Profundo: Reclaiming a Civilization,The University Texas, Press, 1966). En sus mismas palabras: “la mayoría de los antropólogos que han vivido con otras gentes…sienten la necesidad periódica de regresar. El trabajo de campo te abre las puertas con la gente, se hacen relaciones que duran toda la vida….y cuando se presenta la ocasión se impone regresar”. (Introducción, The Miskitu People of Awastara, University of Texas Press. 2004). En su primer matrimonio con Mary Beth, además de sus tres hijos, obtuvo contacto con la fe católica que le era desconocida, y la práctica de ésta ya no nunca lo dejó, con su familia asistía a misa los domingos en la parroquia para chicanos de Lubbock, a donde me obligaba acompañarlo cuando estuve de profesor visitante en el Texas Teck. No había modo de zafarse, pasaba por Ángeles, los niños y por mí en su destartalado Volkswagen, carro que contrataba con los Cadillacs blancos que llevan a los texanos los domingos a sus diferentes servicios religiosos. Todavía con Kari, en San Francisco, días después de la celebración de sus 70 años, en una fonda japonesa donde comimos quiso dar gracias primero tomándonos de las manos. Siendo un conquistador natural, no tuvo mucha suerte con las mujeres con las que se casó. Becky su tercera esposa fue su inseparable compañera que lo acompañó hasta el fin de su vida