lunes, 3 de noviembre de 2014

Agandalle de tierras oaxaqueñas: una vieja pretensión de Chiapas


                                                        Manuel Esparza


Y van y vienen oficios de los dos lados de la frontera estatal. Vienen y se van gobernadores sin que pongan un alto a las invasiones chiapanecas. Funcionarios mandan sus huestes a sacar copias fotostáticas de cuanto documento encuentren con la esperanza de que en alguno se hallen las elusivas mojoneras divisorias. Otros metidos a improvisados historiadores opinan sobre los orígenes de los antiguos habitantes de los Chimalapas y aceptan títulos primordiales falsos.

Para documentar el presente.
Se sabe que Eduardo Martínez fue el topógrafo que obedeciendo órdenes hizo correr hacia territorio oaxaqueño la línea limítrofe del mapa oficial de Chiapas.  Es sabido que Ernesto Castellanos Domínguez hermano del entonces gobernador  Absalón Castellanos asentó sus reales en este lado de territorio oaxaqueño. Eso le mereció en 1986 que sus huesos dieran en la cárcel de los municipios zoques afectados por la rapiña de madera que hacía durante años. El general Absalón, por cierto,  sería en 1994 hallado culpable por EZLN de crímenes contra los indígenas chiapanecos y dejado libre por los mismos zapatistas  para que viva  ¨hasta el último de sus días con la pena y la vergüenza de haber recibido el perdón y la bondad de aquellos a quienes tanto tiempo humilló, secuestró, despojó, robó y asesinó¨.
         El siguiente gobernador Patrocinio González Garrido (1988-93) continuó con la política de invasión de territorio oaxaqueño, e intensificó las medidas para no llegar a acuerdos conciliatorios entre los dos gobiernos desde su puesto de Secretario de Gobernación  con Salinas (1993-94). Hasta policía chiapaneca había en San Isidro la Gringa aprovechándose del gobierno pusilánime de Oaxaca.  Pero en el fondo el conflicto no se resolvía porque entre gobernadores priistas no había pleito, había reparto. Y así ha seguido hasta el presente el problema de límites  con la fútil esperanza de que la Suprema Corte lo dirima.

 Los límites de los obispados de Oaxaca y Chiapas en el s. XVIII
Desde temprano en el s. XVI la diócesis de Antequera colindaba con Tlaxcala, Chiapas y Yucatán de suerte que la jurisdicción eclesiástica llegaba hasta Coatzacoalcos. Es precisamente en la parte norte donde el río Mezcalapa dividía los dos territorios que se dio una controversia por los límites de los obispados. Como en todos estos conflictos, hubo un pillo llamado Félix de la Cruz que instigó para que se hiciera una ermita en el pueblo ribereño Mezcalapan o Los Naranjos y para que en adelante  dependiera de  la diócesis de Chiapas. El mismo Félix conchabó al teniente más cercano del pueblo de Ocuapan para que no parara la obra de la ermita a pesar de estar expresamente prohibido ese tipo de edificios de culto sin expresa aprobación de la Corona. En 1781 el obispo de Antequera, Joseph Gregorio de Ortigosa se quejó de la invasión de su jurisdicción con el virrey Martín de Mayorga (1779-83). Y es así como comienza una serie de oficios que van y vienen entre el virrey de la Nueva España y el Presidente de la Real Audiencia de Guatemala que entonces era Matías de Gálvez para que éste notifique al obispo de Chiapas Francisco Polanco (177-1784), por medio del fiscal del caso quien ordena al obispo  ¨ocurra al Superior Gobierno de México… y que se abstenga de conceder licencias para levantar ermitas aunque sea en su propia diócesis…¨.
   Y como en el presente,  se sucedieron gobernantes y obispos y el conflicto no se resolvía. Los obispos de Chiapas alegando que se traspapelaron los documentos, que no tenían dinero para hacer el viaje a México, etc. Fueron cuatro obispos desde que empezaron los reclamos en 1781 hasta 1804 en que ya no hay información y no se sabe cuál fue el final. La lista de virreyes que tuvieron que ver durante ese periodo de 23 años fueron diez.
   El pleito por límites entre las dos jurisdicciones es ilustrativo de cómo se movilizan los personajes e instituciones cuando están en juego intereses muy fuertes como es el de abarcar más territorio y concitar para que la jurisdicción de la autoridad cambie de sede, en último caso de la capital de la Nueva España a la Real Audiencia de Guatemala a través de la Intendencia de Ciudad Real (San Cristóbal). Las mismas mañas que se dan hoy  en la expedición de documentos, tortuguismo en responder, acudir a instancias superiores, en el caso el obispo de Chiapas  directamente a la Corona. Este tipo de documentos, sin embargo, al parecer que no tienen relevancia con el área de los Chimalapas donde se da el conflicto actual,  sí ilustra cuáles pueden ser los límites coloniales de las jurisdicciones legales en conflicto. La presencia de parroquias  y sujetos,  por ejemplo, en determinado lugar es indicativo de la frontera que había entre el territorio de la Nueva España y la Audiencia de Guatemala.   A eso obedece el interés de la Corona en saber los ¨´parajes, sitios y pueblos formados¨ en un obispado conforme a la Real Cédula del 21 de mayo de 1747 ¨en consecuencia de lo ordenado por la Ley primera, del Título decimocuarto del Libro primero de la Recopilación de Indias.¨ Se conoce la relación  detallada que el obispo de Ciudad Real  hizo en respuesta a ese ordenamiento con fecha 30 de diciembre de 1748. En el mismo texto se dice que se envió el plano ¨´de este obispado con la mayor claridad según lo encargado.¨ Se desconoce si en algún archivo está dicho plano que aclararía más los límites del obispado.

 (Textos de estos documentos en Archivo General de Chiapas, Boletín, Año III, No. 5: 25-76, Julio-Agosto de 1955).