viernes, 11 de julio de 2014

Antropología, política indigenista, religión

Palabras en la presentación de los escritos de Mardonio Morales, CEDUI-UNICH, San Cristóbal de las Casas, Chis, 7 de mayo de 2014  

                                        Manuel Esparza (INAH Oaxaca)

Antropología crítica
Son muchos los agentes externos que por décadas han estado en contacto con  esas comunidades: políticos, ingenieros, topógrafos, doctores, agrónomos, etc. En una forma muy relevante los antropólogos han estado presentes desde los años 50 cuando se fundó el Centro Coordinador del INI en San Cristóbal. Pronto proliferaron los proyectos de antropología de universidades extranjeras. Docenas de tesis doctorales e innumerables publicaciones dan cuenta de los estudios de algunos cuantos municipios de los Altos. La antropología aplicada del INI iba más directamente a satisfacer las necesidades materiales de las comunidades. Los internados, escuelas, albergues, capacitación a promotores en educación y medicina, la asesoría técnica en diversas áreas especialmente en la legal. La larga historia de los Centros Coordinadores hizo patente la reflexión teórica que se desarrolló a cerca de la situación de desigualdad en esas zonas de refugio.
         Por otro lado, la orientación  indigenista del Estado pretendía integrar a los indígenas a la única cultura nacional. Fue precisamente esta prolongada orientación la que hizo reaccionar a los antropólogos en contra del indigenismo oficial y en contra de las denominaciones religiosas vistas como agentes externos en contra de las culturas locales.
         En México a partir de 1968 comenzó una crítica severa a los organismos  en contacto con las comunidades indígenas, por un lado, las acciones evangelizadoras de la iglesia católica y protestante, y, por otro, la agenda integracionista de un estado en busca de una necesitada unidad nacional desde la Revolución de 1910. Es a partir de esa guerra devastadora que los antropólogos son llamados a intervenir en las políticas sociales. Y desde entonces la antropología ha sido el locus donde se conceptualiza y se dicta cuál debe ser la suerte de los grupos indios dentro del país. Así, la antropología aplicada en México ha tenido casi exclusivamente como objeto de estudio a los indígenas.
         Fue dentro del dominio de la antropología mexicana que se dio la confrontación con otros organismos que  reclamaban derecho de presencia en el medio indígena, fue en los círculos académicos de los antropólogos donde se tuvo por primera vez el juicio crítico  no sólo de lo que hacían las denominaciones religiosas sino las diversas agencias responsables de realizar la política oficial indigenista.

El factor aglutinador
Hubo un substrato en algunos de esos factores que hizo posible ¨la rearticulación de las identidades étnicas con los discursos políticos emancipatorios¨ (Harvey 2000:31) (i.e. las necesidad de  profundas culturales sociales  de las comunidades que encuentran una respuesta política libertadora): y ese factor articulador  fue la  influencia teórica y política del marxismo que dominó el pensamiento progresista de muchos movimientos sociales en América Latina desde la década de los 60s. Esa corriente hizo dar un cambio substancial a la antropología que se enseñaba y practicaba en México. De lleno entró la reflexión sobre la dependencia y el subdesarrollo de los países del área respecto a los centros de poder. Producto del cambio del estudio de comunidad y de la antropología cultural al más amplio del análisis estructural de regiones y países, y hacia una antropología económica y de aplicación para  la toma de conciencia de clase entre los grupos minoritarios indígenas, fue la crítica severa al indigenismo integracionista oficial.
         Así mismo ese denominador común marxista incidió en el cambio llamativo de una religión providencialista y conformista a una que exigía justicia antes que obras de caridad. Desde fin del Concilio en 1965, y dadas las directrices de la Conferencia de Medellín, la iglesia de América Latina tuvo que confrontar la realidad social de enormes poblaciones. Pronto se consolidó una fuerte orientación hacia una ¨opción preferencial por los pobres¨ y una voluntad comprometida a luchar contra la injusticia. Esta radicalización del pensamiento progresista religioso hacia una salvación de los oprimidos, no en un futuro impredecible, sino desde el hoy y aquí, halló resonancia con la muy anterior experiencia de lucha indígena contra la injusticia y la desigualdad lográndose así, en una primera etapa formativa,  la  concientización y organización de  los grupos indígenas de Chiapas por medio de un ejército de miles de catequistas-alfabetizadores.
         Un sesgo muy peculiar de la Iglesia en Chiapas fue y sigue siendo la llamada Teología India desarrollada por el mismo obispo Samuel Ruiz. Esta concepción está  más consonancia con los derechos de los pueblos indígenas, su cultura, su religión. Sin más acepta que no hay religiones buenas o malas, mejores o peores. Queda relativizada así la urgencia de una nueva evangelización toda vez que todos los pueblos del mundo conocen a la divinidad desde sus propias culturas. El tan deseado y poco cumplido deseo de autonomía se ve apuntalado desde la misma religión al optar ésta por combatir las causas de la sujeción  a los poderes establecidos (Teología de la Liberación) y aceptar al otro en sus más íntimas convicciones religiosas sin necesidad de ¨inculturarlo¨para cambiárselas[1]
         Esta mezcla de antropología crítica, religión comprometida, toma de conciencia de  los indígenas de su situación de explotación estaría en la base de un movimiento social y político de alcance mayor con características particulares del estado de Chiapas.
   La conjunción de un pensamiento antropológico crítico y una concepción desmitologizante de la religión ayudó a una toma de conciencia de la situación social de los indígenas. González Casanova escribiendo sobre los que ya antes del alzamiento en Chiapas  eran revolucionarios y los que por primera vez cobran conciencia revolucionaria ¨y ven lo nuevo de la nueva concepción y expresión de la revolución con conceptos y lenguajes que vienen de movimientos religiosos, étnicos, campesinos y proletarios también pensantes y actuantes…¨ El que descubre la revolución y participa en ella ¨tras ese acto al que los teólogos llaman ´conversión´, los pedagogos ´concientización´, y el marxismo ´toma de conciencia de clase.´¨ 

La ¨indignación ética¨ de Mardonio Morales
Esa conversión de los teólogos es la que llama indignación ética Mardonio Morales. Ante la realidad de la explotación de los peones en las fincas cafetaleras, la corrupción de las autoridades agrarias,  la represión desatada de las guardias blancas, el ejército, Mardonio llegó a justificar la defensa propia armada: ¨Cuando se da una agresión injustificada se pueden tener acciones de legítima defensa. Yo considero que es posible llegar al momento de decidirse por tomar incluso las armas, cuando la agresión amenaza la vida y no existe otra posibilidad de defensa de la vida.¨[2]  
         Otro tipo de conversión es el que experimentó Mardonio. Educado como religioso y sacerdote con obligación de administrar los sacramentos por ser párroco, tuvo que volver su mirada hacia la realidad social de Chiapas usando las técnicas de la antropología. De esa manera no sólo fue el aprender el tseltal sino sistematizar los conocimientos de la cultura en apuntes y tarjetas. Así en los primeros años de la década de los 70 expone al gobernador la situación laboral de no menos de 30 fincas dando nombres de propietarios, salarios, condiciones de casillaje. Así mismo cuando alega con las autoridades agrarias los rezagos en la solución de solicitudes de dotación o ampliación de tierras de las comunidades de Chilón y Sitalá principalmente es minucioso en la enumeración de expedientes y fechas. Los testimonios recabados en grabadora de los sobrevivientes de la matanza de Wololchán en 1980, la tenacidad en recabar información escrita en zoque de las consecuencias terribles por las erupciones del Chichonal, la averiguación de las circunstancias de la muerte de Manuel Saragos, la continua revisión de la historia para explicar el presente  son ejemplos de una metodología antropológica que aprendió posteriormente a sus años de formación religiosa.



[1] Para el jesuita uruguayo Juan Luis Segundo, el pensamiento teológico pertenece a la ¨superestructura.¨ En el análisis marxista, entonces, la teología se vuelve la superestructura dependiente, es decir, ideología. Segundo, Liberación de la Teología, Lohle, Buenos Aires, 1975:111 citado en Alfredo Sáenz Reseña del libro de  P. Bojorge Teologías deicidas, Madrid, 2000 en http://www.horaciobojorge.org/segundo.html; Ver Hechos 17:22-17,31: el altar del dios desconocido.
[2] Doc I-15 en Un legendario activista de Chipas: Mardonio Morales, Centro INAH Oaxaca/Carteles Editores 2013.