De Toledo a Manuel Esparza
Noticias junio
17, 2012
Estimado Manuel, En respuesta a tu carta (Noticias, mayo 16, 2012), te
mando algunos comentarios: Cuando la
casa de Macedonio Alcalá 507 fue mi casa particular, no colindaba con la Plazuela
del Carmen –recordarás que había una tiendita de fotografía y una carbonería.
Con colaboración del INBA y Gobierno del Estado compramos la esquina, ya como
IAGO: La otra parte que colindante con la plazuela fue adquirida mucho
después con mi dinero por Amigos de las Bibliotecas y Archivos de Oaxaca. Me
parece que sé bien como era la casa donde viví y cuáles eran sus límites; si
tus recuerdos no coinciden con los míos, puedes consultar lo que digo en el
Registro Público de la Propiedad.
El celo que mostraste en la protección de las
colecciones arqueológicas es admirable; cuando fungiste como Director del INAH,
expropió piezas de las colecciones de particulares donadas a la Casa de la
Cultura del Istmo. ¿Por qué no se aplicó el mismo celo con la importante pieza
recuperada en Laguna Zope –el pez pájaro—y extraviada en la casa que el INAH
rentaba por entonces como laboratorio y bodega en el Rancho San Felipe? Víctor
de la Cruz lo denunció y documentó en su momento.
Te ofende que el Dr. de la Cruz te insulta
llamándote “criollo”. Su respuesta –que de ninguna manera dicté-- es acorde a
la tuya, que mencionas a “un abogado”, con el mismo tono con el cual
calificaste de decorador de interiores a los arquitectos.
El libro de coeditado con la Fundación Morales que
se apoyó en su momento, nunca fue negocio, como gran cantidad de libros
nuestros. Nuestra labor editorial, jamás ha tenido como su motor el lucro.
Respecto a mi postura acerca de las recientes
restauraciones en Oaxaca, el dossier correspondiente está en manos de María y
Campos, Director del INAH en México, donde seguramente podrás consultarlo.
Espero que aquí termine el engorroso diálogo sobre
“distracciones secundarias”, como le llamas. Sin más, recibe un saludo.
(Rúbrica)
Francisco
tienes razón en que aquí termine el ¨engorroso diálogo¨ que hemos tenido en
artículos publicados en el periódico Noticias.
Sólo que llevas la ventaja de uno más que yo
y sin darme oportunidad de responder en el mismo diario. Dices que el
INAH expropió piezas de colecciones de particulares donadas a la Casa de la
Cultura del Istmo. En primer lugar no las expropió pudiendo haberlas decomisado
y levantado cargos por posesión de bienes de la nación no registrados y contra
las indicaciones que expresamente se te dieron de no adquirir nuevas piezas.
Esas colecciones están de nuevo en la Casa de la Cultura conforme se acordó en
el acta levantada.
El procedimiento de monumentos históricos y
arqueológicos decomisados era el
siguiente: se levantaba acta con registro descriptivo y fotos de cada monumento
o conjunto de ellos. Estos en cajas selladas se guardaban en bodega especial
del entonces Museo de Santo Domingo (en el ahora llamado ¨Salón decorado¨) y
donde sólo el director del mueso tenía llave, ni yo la tenía. Las colecciones
de los arqueólogos que entregaban después de su estudio nunca entraban ahí sino
a los laboratorios arqueológicos en Cuilapan a cargo del Jefe de Arqueología
del Centro INAH Oaxaca. En esa misma bodega de Sto. Domingo se guardaban los
monumentos históricos y arqueológicos decomisados independientemente por la PGR
en calidad de ¨depositario fiel¨ mientras se hacían las averiguaciones previas.
Ahora bien, me preguntas: ¨¿Por qué no se aplicó el
mismo celo con la importante pieza recuperada en Laguna Zope –el pez pájaro—y
extraviada en la casa que el INAH rentaba por entonces como laboratorio y
bodega en el Rancho San Felipe? Víctor de la Cruz lo denunció y documentó en su
momento.¨
Aquí te equivocas posiblemente siguiendo las
elucubraciones y mentiras del abogado que fungía como director de la Casa de la
Cultura. El laboratorio en el Rancho San Felipe no estaba bajo el cuidado del
INAH. Fue rentado para el estudio de los materiales arqueológicos de la Laguna
Zope por los investigadores Zeitlin. Es responsabilidad de los investigadores,
tanto nacionales como extranjeros, el cuidar de los monumentos mientras
preparan su informe de excavaciones. Al término del estudio los materiales son
entregados al INAH. En ese laboratorio había varios ayudantes contratados por
los investigadores Zeitlin para la limpieza
y catalogación de las piezas. Hubo un robo en ese laboratorio,
especialmente de la pieza que comentas. Los Zetlin dieron inmediatamente
aviso al INAH que estaba bajo mi
dirección en Oaxaca entonces, y se procedió conforme a la ley a hacer la
denuncia formal ante el Ministerio Público para que se llevaran a cabo las
averiguaciones previas contra el que resultara responsable. ¿Dónde está la
falta de celo?
Dices que
esos hechos ¨los denunció y documentó¨ Víctor de la Cruz. Efectivamente desde
que salieron las varias cajas (para huevos) con piezas arqueológicas, de la
Cruz en cuanta cantina me veía se
exaltaba todito y me acusaba de robo. Era inútil explicarle lo que más arriba
digo. Todavía en 2007 volvió a la carga ahora apoyado por el periodista
Cuauhtémoc Blas. Transcribo
parte de mi respuesta (Noticias marzo 13, 2007) para ver qué
clase de ¨´documentación¨´ dices que tiene de la Cruz: ¨El Sr. Blas
quiere luego hablar ´tangencialmente´ sobre mi actuación como delegado y para
eso menciona un escrito de Víctor de la Cruz. Aun leyendo con la mejor
intención lo que cita Blas, no se puede
menos de ver lo ‘tangencial’ de esta manera de atacar a alguien: ´ese Sr.
Esparza se quedó con piezas arqueológicas que no regresaron a Juchitán después
de haberlas sacado de la Casa de la Cultura. Como tanto el escrito de la Cruz como la manera de citarlo por Blas es
una manera hipócrita de provocarme a hablar sobre el tema, me rehuso a hacerles
el favor de atacar a Francisco Toledo en su nombre: si tienen el valor civil
que lo hagan ellos, pero veo que a los dos les falta esa virtud, uno al falsear
tramposamente los hechos (además actitud muy repetitiva dada su acomplejada
personalidad), y el otro por publicar en la revista que dirige ese libelo.
Toledo era en ese tiempo el hombre atrás de la Casa de la Cultura de Juchitán y
responsable de todo lo que entraba y salía de ella incluyendo las colecciones
arqueológicas, y no el abogadillo que
era de la Cruz entonces a quien no le quedó más remedio que entregar cientos de
piezas arqueológicas en posesión indebida (por
mal cuidadas y muchas no registradas, añado ahora), y no dos cajas (¿de
zapatos?) como quiere ahora engañar de la Cruz. ¿Qué clase de abogado director
era ese individuo que tuvo que entregar piezas arqueológicas de las colecciones
de la Casa de la Cultura ante las amenazas
de Esparza y su ´compadre´? El que instruyó a de la Cruz a cumplir con
la ley por vía telefónica y estando el que esto subscribe presente fue el mismo
Toledo. Pero como digo, que los
istmeños se arreglen entre ellos y se
peleen entre sí sin quererme meter ‘tangencialmente’ en sus problemas. Lástima
que quieran usar como medio el periodismo¨.
Francisco, dime si no hay engaño en el
recuento que hace de la Cruz. Tan se estaba haciendo algo mal en seguir
adquiriendo piezas arqueológicas que tu mismo autorizaste que de la Cruz las
entregara, ¿de otra manera cómo ibas a permitir que un tal Esparza se llevara
todo a Oaxaca? Entiendo que estuvieras
disgustado, sin embargo, fui a verte a
tu casa que ahora es el IAGO acompañado del Zenón Ramírez director entonces del
Museo de Santo Domingo para explicarte que ese material arqueológico podía
regresar a Juchitán hasta que hubiera condiciones dignas y de seguridad, te
mencioné que ese era el tenor del acta que se levantó con la descripción de las
piezas y con las firmas de testigos entre ellas las de Víctor de la Cruz.
El síndrome que afecta a de la Cruz y que tu
mismo me comentaste alguna vez diciéndome ¨No todos somos así en Juchitán, no
sé qué le pasa,¨ volvió a atacarlo. Ahora usando la Revista de la Universidad
Nacional para dar cauce a sus demonios interiores (No. 56, octubre de 2008:
61-65): ¨El retorno de las piezas incautadas por Esparza, aunque incompletas de acuerdo a la lista de entrega… Agregadas a ellas (las incautadas) también iban los monumentos arqueológicos que los Zetlins habían entregado al INAH después de terminar su proyecto, entre los
cuales no iba, por supuesto, el pez pájaro en ónix blanco.¨
Cuando se regresaron esas piezas a la Casa
de la Cultura yo ya no era director del INAH-Oaxaca. Ignoro qué procedimiento
se usó y qué actas se levantaron y qué cotejos se hicieron de lo que se
entregaba al museo de esa casa en Juchitán. Supongo que debió haber habido una
entrega formal y en que constaran los inventarios debidamente hechos y firmados
cuando salieron originalmente. Que yo sepa nunca ha habido reclamación al
respecto. Qué piezas se entregaron de
las colecciones de los Zetlins, lo ignoro, pero ese era otro acervo en el que
faltaba la pieza que se comenta distinto del que se había incautado.
Procede con malicia el multicitado abogado
cuando dice que llegaron incompletas
las piezas regresadas ¨conforme a la lista de entrega.¨ Será que él tenía una
lista diferente entre los documentos de la Casa de la Cultura que posiblemente
no puede mostrar porque ingenuamente confiesa que no recuerda las fechas de cuándo fue el decomiso cuando él era
director: ¨No he podido precisar la fecha porque el archivo de la Casa de la
Cultura de Juchitán desapareció durante las labores de restauración del
edificio…¨ ¿Cuál lista secreta tendrá entonces que no tiene el valor de un
inventario levantado bajo acta con fotos y descripciones? A confesión de parte…:
¿cómo que se perdió el archivo mientras se restauraba el edificio? Precisamente
se decomisaron las piezas mencionadas también por el pésimo estado en que se
hallaban entre vigas y bultos de cemento. Vaya manera de conservar el
patrimonio y por gente que ahora hace profesión y se llena de títulos por
cuidar el legado indígena. Un ejemplo más, cuando Vicente Marcial era director
de la Casa de la Cultura pidió un peritaje al INAH de una hacha votiva que
sospechaba era falsa. Resulta que la original
de piedra verde tipo jade había sido robada. Para ocultar el hecho
hicieron una falsa de pasta imitando la original, hasta el color. Luego
apareció la original y como si tal cosa, pusieron las dos hachas, la imitación
y la original en exhibición. No sé si sigan en las vitrinas después de la
última remodelación del museo. Nunca supe que los celosos del patrimonio
indígena hubieran denunciado ante autoridades competentes ese hecho. Lo que sí
se supo fue que se había procedido con todo sigilo en ese asunto.
Abusando de tu paciencia, pero tú mismo
me invitas a hacer comentarios a tu misiva, hago mención a lo que afirmas que ¨Nunca te pedí que atacaras al
Arq. Ruiz Camino.¨ Vamos a recordar juntos ese detalle. En esa ocasión en el
MACO me enseñaste un tríptico de la Secretaria de Turismo a cargo de Ruiz
Camino. No estabas de acuerdo lo que ahí se llamaran ¨dialectos¨ a las lenguas
de Oaxaca, además llevaba ya tiempo la destrucción de Hierve el Agua (desde
Juan Arturo López Ramos hasta Ruiz Camino. Ver Contrapunto junio 16, 1992), el proyecto de mercado en Tlacolula
(1994), etc. en que estaba implicado ese arquitecto. Sí, tenías razón en estar
en contra de Ruiz Camino, y fue cuando me pediste escribiera contra él ¨pues a
mí no se me da escribir¨ explicaste.
La no aparición de documentos sobre Juárez
en el AGEO fue motivo de movilización de parte tuya, y yo contribuí haciendo
denuncia ante la PGR (febrero 14, 1994). Sirvió de algo pues aparecieron los
documentos. No acabo de entender por qué lo mencionas y cuál seas tu intención
al añadir ¨reaparecieron sin explicación alguna.¨ Pero esta acción en defensa
de los documentos no fue la razón por la que querías que escribiera contra Ruiz
Camino pues éste nada tenía que ver con
el Archivo del Estado, era Secretario de Turismo.
Tanto de la Cruz en su artículo en la Revista de la
Universidad como ahora tu, dicen que las colecciones arqueológicas eran donadas
por particulares. De la Cruz nombra a dos coleccionistas Andrés Henestrosa y
Lorenzo Carrasco y añade que esas colecciones estaban cuando se fundó la Casa
de la Cultura (22 de marzo de 1972) ¨es decir un mes y seis días antes que se
expidiera la nueva ley que regulaba el patrimonio arqueológico…es decir antes
de la nueva ley que prohibía el coleccionismo.¨ De ser cierto lo que dice, pues
no da pruebas de cuándo se recibieron esas colecciones, entonces ellas fueron las que se inventariaron
por el INAH en base a la nueva ley del año 1972. Después de ese inventario es
cuando se intervino porque se seguían recibiendo nuevas piezas, no se sabe si
donadas o compradas, pero no declaradas para su registro. Antes de la ley de
1972 había otras disposiciones que ya regulaban el patrimonio arqueológico y no
como dice de la Cruz que fue hasta la expedición de la nueva ley (José Valdés
Rodríguez, La protección jurídica de los
monumentos arqueológicos e Históricos en México, INAH, 1982: 51-83).
¿Pero es totalmente cierto que las colecciones
incautadas eran las de las donaciones de esas dos personas? O, ya había un
proyecto anterior para hacer un museo arqueológico como lo sugirió Rufino
Tamayo y una vez conseguido el visto
bueno del ex gobernador Víctor Bravo Ahuja ya como Secretario de Educación ¨se
fue llevando a la casa con ayuda de Toledo mismo, su hermana Graciela y la poeta
Elisa Ramírez ´Libros, clases de música, piezas
arqueológicas, pinturas y una sala de cine´¨. (Entrevista de
Alondra Flores a Francisco Toledo, La
Jornada, marzo 17, 2012). ¿Cómo se adquirieron esas piezas?
Francisco, vuelvo a repetir que estoy de
acuerdo en parar este diálogo ¨engorroso¨. Y sí lo es cuando se insiste en
aclarar que si tu casa colindaba o no
con la plaza tal, que si Macotela u otro diseñó la plaza, que si fui
malagradecido contigo, que si es reprobable que llame abogado al que lo es, o
decoradores de interiores a los que se comportan como tales. Lo que si no es
trivial es que avales a de la Cruz diciendo que él ¨´denunció y documentó en su
momento¨ el robo de una pieza arqueológica. De la Cruz nunca hizo denuncia
judicial en que me acusara de responsabilidad, en cambio no tiene escrúpulo,
muy conforme a su personalidad, de escribir que yo me quedé con piezas
arqueológicas, en pocas palabras me acusa de robo. Eso es una difamación y
puedo actuar judicialmente contra él, tú no puedes avalarlo sino tienes pruebas
y basado sólo en su dicho. Esta es además la razón de mencionarlo varias veces
en lo que llevo escrito para que tengas elementos de juicio de lo que él me
acusa falsamente.Manuel Esparza