Disminución de la violencia
Manuel Esparza, Ma. de
los Ángeles Romero Frizzi
En el
número anterior de Cuadernos de la pandemia (#16) se quiso llamar la
atención al fenómeno mediático de la agresividad contra la figura presidencial,
en busca de una explicación se llamó al psiquiatra Francisco González Pineda a
que describiera, con las luces de entonces, el carácter destructivo del
mexicano. Los rasgos de la conducta agresiva de la gente adolecían de
psicologismo y no tenían bases estadísticas comprobatorias. El mismo autor, sin
embargo, confesaba que “Los psicoanalistas aún no han alcanzado acuerdo
respecto a la teoría de los instintos y su origen”. Pero ahora, más de 50 años después, se sabe
bastante de ese origen. La revolución en las neurociencias de las últimas
décadas ha hecho la diferencia.
Facultades
psicológicas
¿Qué
tenemos en el cerebro para contrarrestar nuestros instintos destructivos? La
evolución misma dotó a nuestra naturaleza con facultades que impidieran la
destrucción de la especie. Una de esas defensas es la empatía: esa habilidad
proyectiva de ponerse uno mismo en el lugar del otro e imaginar la sensación del
que está en determinada situación que puede ser una persona, animal y hasta
objeto. Esa facultad es también la facilidad para imaginar qué piensa otro o
leer sus estados emocionales. Por lo pronto se puede avanzar que la disminución
de la violencia se deba a una mayor empatía entre la gente, pero también a
otras facultades: la prudencia, la razón, control de uno mismo, a normas y
prohibiciones, y a un avance en el entendimiento de los derechos humanos. Entre
otras de esas facultades psicológicas están las varias formas de reciprocidad,
el parentesco, comunalidad.
Uno pensaría
que la empatía es innata, pues hasta los bebés muestran preocupación y acuden a
consolar al que sufre, pero no hay en el cerebro que se compadece un centro de
empatía, ni neuronas empáticas, más bien es un complejo de patrones que se activan
y modulan, todo un sistema de plomería hormonal. Una de esas hormonas juega un
papel esencial, la Oxitocina, que es una molécula producida por el Hipotálamo y
que actúa en el sistema emocional del cerebro junto con otras glándulas. Es
esencial a la especie desde facilitadora del parto y la lactancia, hasta el
deseo sexual, el lazo afectivo matrimonial, la simpatía hacia otros.
Experimentos con Oxitocina en forma de aerosol en las narices de los estudiados
hacen surgir conductas de simpatía hacia extraños, a ayudar al necesitado a
pesar del costo propio. El complejo de
la Oxitocina se le considera esencial como un disparador para despertar la
simpatía hacia las creencias y deseos de otras personas.
Control
de uno mismo
Todos
experimentamos que podemos dialogar con uno mismo, pero diálogo supone por lo
menos dos hablantes, ¿quién es ese otro alter ego? Mientras otros discuten
sobre el problema de la conciencia como algo en espera de resolverse un día, basta
observarnos cuando se exculpa uno con “no quise hacerlo, pero el alcohol, el
diablo…” o. cuando el diabético estira la mano y come bizcochos o chocolates a
pesar de ser consciente que eso le hace grave daño, o cuando a pesar de la
información no se usa el preservativo, cuando se come comida chatarra, se anda
sin tapabocas. Ejemplos de lo mismo abundan:
dejarse llevar por el chisme y difundirlo, la manía de la limpieza, no dejar
hablar al otro y hasta completar sus palabras; algo interior dice que no debe
hacerse, pero el que decide hacerlo es otro.
El dominio
de uno mismo, el estar bajo control es una facultad psicológica y su conexión
con el cerebro es a través del sistema límbico y los lóbulos frontales. El
primero incluye los circuitos del coraje, el miedo, la dominación; las conexiones
a los lóbulos frontales son las que modulan los circuitos emocionales. Hoy se
admite entre los neurocientíficos que el córtex orbital y otras partes de los
lóbulos frontales forman la mayor interfaz entre la emoción y la conducta. El
desequilibrio, la falta de balanza entre los impulsos del sistema límbico y el
control de uno mismo de los lóbulos frontales explica, en gran parte, la
conducta violenta. Junto con la inteligencia el control de uno mismo es la
garantía de una vida sana y satisfactoria.
Lo que
faltaba hace 50 años eran los estudios estadísticos y la tecnología para registrar
con precisión los cambios neuronales por medio de escaneos. Tanto la
inteligencia como el control de uno mismo son atributos que dependen de las
mismas partes del cerebro. La inteligencia está muy correlacionada con el
crimen: gente menos inteligente comete más conductas criminales y son más
propensos a ser víctimas. Se considera muy posible que tanto la inteligencia como
el control de uno mismo contribuyan independientemente a la no violencia. Sin
embargo, no son causa y efecto, pues puede ser que gente con bajo control de sí
mismo esté más inclinada a cometer violencia porque se es menos inteligente, o
porque hay otros factores como provenir de malos ambientes o tener otras
desventajas e incapacidades.
Algunos
ejemplos ilustran los efectos de las actividades debidas a la inteligencia y al
control de uno mismo. En Nueva Zelanda se llevó una investigación en 1972-73 con
niños al año de haber nacido; a los tres años de edad, los que fueron catalogados
como bajos de control, es decir, que eran impulsivos, inquietos, negativos, distraídos,
volubles, a los 21 años eran los más propensos a cometer crímenes tanto violentos
como de menor gravedad. Otro estudio en los 1960 usando la técnica de la gratificación diferida como
medida de obtener mejor compensación que la opción inmediata de menor premio, halló 10
años después, al comenzar la adolescencia, que los que diferían la
gratificación eran los que mejores notas obtenían, eran más adaptados y
permanecían más años en la escuela; 2 ó 3 décadas después eran los que menos consumían
cocaína, tenían más estima propia, mejores relaciones con los demás, manejaban
mejor el estrés, les iba mejor en los empleos.
¿Somos
menos violentos?
No como
individuos, sino como sociedad ¿es posible hablar de control, de dominar los impulsos
violentos? No se trata ahora de decir que la gente se porta mejor porque controla
individualmente mejor sus impulsos violentos, sería una explicación poco convincente. ¿Históricamente las sociedades se han
ido haciendo menos violentas? Europa es
un ejemplo en el tiempo de disminución de homicidios, ¿cómo explicar eso? Europa
en el s. XV era un mosaico de unidades políticas independientes: 5,000; en el
XVII: 500; en el XIX en tiempo de Napoleón eran 200. En 1953 llegaron a ser
menos de 30. Actualmente el continente europeo es de 50 países: 43 en Europa y 7 euroasiáticos. Ciudades que eran
pequeños territorios que gobernaba el señor feudal en provecho de sí mismo. Cultura
del honor que permitía matar al que insultara, “dinero de sangre” donde la pena
al que matara a otro era sólo dar dinero a los familiares del difunto.
El cambio
fue el de una cultura de la dignidad, y se debió a varios factores, uno la
centralización del poder al que se tenían ahora que sujetar los señores
feudales, y la gente del común. Los homicidios los investigaba un agente local
de la Corona. La necesidad de controlar
la anarquía en los múltiples feudos exigía una burocracia y contribuciones para
tener armas y un ejército. El otro mayor factor del cambio fue la revolución
económica donde la empatía era clave para el éxito: se tiene que tener contento
al comprador, se aprende a negociar, a deliberar, a ser honestos, prudentes,
tener buenas maneras,
Formas
más civilizadas de comportarse
El cambio
a una cultura de la dignidad tubo mucho de su sustento en la corte misma que
impuso sus maneras “corteses” de vestir, de comportarse en público, de resolver
conflictos por mediación de jueces. Los manuales de cortesía se originaron para
regular la conducta en la Corte, y de ahí se trasminaron a la nobleza, a la
burguesía. Esos manuales son reveladores del cambio cualitativo que se fue
dando para ser unas sociedades más civilizadas, menos violentas. Es en la mesa
y en los espectáculos donde se puede notar cómo se fueron dominando los
impulsos de una naturaleza humana que tenía los atributos como los tiene ahora,
pero que estaban adormilados entonces…Así se aconsejaba no echar ventosidades
cuando se comía, no llevarse la comida a la boca sólo con el cuchillo, no
dirimir a cuchilladas los insultos en la mesa. Los torneos eran espectáculos
sangrientos que divertían a la gente, otros eran grotescas formas de gozar con
el sufrimiento ajeno: encierro de puercos que había que corretear hasta matarlos
a palos; el espantoso espectáculo de atar un gato al que los jugadores
competían quién lo mataba con la cabeza teniendo todos ellos las manos atadas
en la espalda, ver las caras deformadas y ensangrentadas por los arañazos y
mordidas del animal era el entretenimiento de chicos y grandes. Los
instrumentos de tormento están bien conocidos para no describirlos, pero no todos
los salvajes castigos eran por motivos religiosos como era el cortar la nariz a
las acusadas de brujería, sino que se hacía también en hombres y mujeres por
venganza.
Con los
datos anteriores se puede preguntar si disminuyeron o no los homicidios en
Europa. En la actualidad se acepta que los registros de homicidios son índices más
confiables de violencia que los registros de robos, violaciones, asaltos, etc.
aunque con frecuencia se correlacionan. Se mide número de homicidios sobre 100,000 por año, así se ve como ejemplo que
desde el siglo XIII al XX, en Inglaterra, disminuyó el índice en algunas
regiones del país en forma dramática: en Oxford, de 110 homicidios sobre
100,000 por año en el siglo XIV, bajó en Londres a menos de uno en la mitad del
siglo XX. En Kent, de 4 a 100 homicidios en la Edad Media, bajó el número a 0.8
sobre 100, 000 en los 1950. En otras partes de Europa se nota también la
disminución: a Escandinavia le tomó doscientos años más tarde bajar sus
índices, a Italia fue sólo hasta el siglo XIX. Sin embargo, para el siglo
pasado todos los países europeos habían bajado su índice en promedio de 1 sobre
100,000.
El
caso del México antiguo
Estando
en vísperas del 500 aniversario de la caída de Tenochtitlan, la capital del
imperio que derrotaron los españoles y los indígenas enemigos de los aztecas,
se impone una reflexión a la luz de lo que se ha venido exponiendo en este
texto.
Lo
primero que se pregunta uno era qué tipo de sociedades existían en el territorio.
Eran sociedades guerreras, la azteca sobresalía entre ellas. Las guerras contra
los enemigos les proporcionaban prisioneros que eran sacrificados como ofrendas
propiciatorias al Sol, la deidad de la vida conforme a su cosmovisión. El sacrificio era también parte de las celebraciones
donde se consumía carne de los vencidos, y ocasión de obtener proteínas escasas
en la dieta diaria. Se sacrificaban niños en el primer mes del año en el calendario
azteca para asegurar las luvias: “buscaban niños de teta…y por donde los
llevaban toda la gente lloraba… (los niños) si iban llorando y echaban muchas lágrimas,
alegrábanse los que los veían llorar porque decían que era señal que llovería
presto.” (Sahagún Lib. II, cap. XX).
En elaborado
ritual simbolizando la divinidad femenina de la regeneración de la naturaleza,
´el corazón del maíz´, se degollaba y desollaba a mujeres jóvenes, los hombres
revestidos con la piel femenina cobraban valor para guerrear y asegurar así
prisioneros para alimentar a la divinidad dadora de la vida.
¿Cómo se
dirimían los conflictos que no fuera por forma violenta? Debieron existir
formas de establecer acuerdos, juicios ante las máximas autoridades, pero la
guerra era una situación muy común en las sociedades mesoamericanas. A los
pueblos derrotados se le obligaba a pagar tributo en objetos y en trabajo.
Comparando
la sociedad prehispánica y los cambios sufridos durante la colonia, se puede
preguntar si hubo una forma menos violenta de vivir. Igual que en Europa aquí
se impuso la impartición de la justicia por medio de tribunales y se regularizó
la convivencia por medio de un código le leyes (las Leyes Nuevas
dictadas en 1542 y las siguientes Leyes de Indias) que, pasados los
primeros años de guerra, violencia y enorme anarquía, fueron favoreciendo a las
comunidades indígenas.
¿Será
posible pensar que la existencia de tribunales como la Real Audiencia logró controlar
los impulsos destructivos de sociedades que eran básicamente guerreras? ¿Serían
esos controles causa de lo que hemos llamado la Pax hispánica?
El
México actual
Las
etapas históricas posteriores a la conquista de México a las que González
Pineda se refería para ir configurando el modelo del carácter destructivo del
mexicano, revelan formas superadas de controlar impulsos destructivos, no es lo
mismo el México actual al anárquico de la primera mitad de siglo XIX, ni al
revolucionario del XX. Sin embargo, en el presente parece borrada cualquier
mejoría en la mente de la colectividad ante el incremento de crímenes,
inseguridad generalizada, corrupción, ineficiencia de las instituciones para
frenar la destructividad de los nuevos señores de capa y cuchillo en
territorios donde ellos gobiernan. ¿Se está en el caso de una regresión a
formas incivilizadas de existir como sociedad?
A manera
de hipótesis solamente, se puede decir que un factor, entre otros más
estudiados y aceptados, que ha influido en el incremento de la violencia en sus
formas modernas: homicidios, feminicidios, trata masiva de modernos esclavos en
las actividades del crimen organizado es la tecnología informática. El acceso a
las redes por ricos y pobres ha facilitado el ceder hasta con placer a subscribir
conductas negativas que antes no se hacía tan fácilmente por miedo a ser
descubiertos, ahora, con anónimos se puede insultar, calumniar, acabar con la
fama de otros, acosar a mujeres exponiéndolas a severas depresiones y hasta el
suicidio. En la crisis de la pandemia viral que ha causado tanta pérdida de
vidas y daños patrimoniales, abundan las noticias falsas de remedios contra la
infección, contra las instituciones que, al fin y al cabo, son las que tratan
de remediar los males. Es especialmente sintomático los ataques al gobierno
encabezado por AMLO cobijándose en el pseudónimo, con sólo apretar la tecla se
multiplican por cientos de miles acusaciones, análisis parciales, chistes
denigrantes.
Si bien
el control de uno mismo es lo que diferencia una persona de otra, lo mismo se
puede decir, que lo que distingue una sociedad de otra es el grado de control
de las fuerzas disruptivas que impiden la mejoría de la convivencia humana.
Referencias
Carrasco, David City
of Sacrifice The Aztec Empire and the Role of Violence in Civilization, Boston,
Beacon Press, 1999.
Durán, Fray
Diego La Historia
de las Indias de Nueva España e islas de Tierra Firme, México, Porrúa 1967, 2vols.
González
Pineda, Francisco El Mexicano Psicología de su destructividad https://youtu.be/n1PrbNT9n8o
Pinker, Steven The Better Angels of our
Nature, Why Violence has declined. Viking 2011.
Sahagún,
Fray Bernardino de Historia General de las cosas de Nueva España, México, Editorial
Porrúa, “Sepan cuantos...” Núm. 300, 1975.
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