jueves, 22 de noviembre de 2018

1968 y la antropología


Impacto del movimiento de 1968 en la práctica de la      Antropología y conservación del patrimonio.

                              Manuel Esparza[1]
Al cumplirse 50 años del inicio de aquel movimiento es justo preguntarse qué cambios se lograron en la sociedad. Aquí se quiere presentar algunas consecuencias positivas en las ciencias sociales, en concreto, en la  Antropología, y al mismo tiempo exponer las causas del decaimiento de ese significativo impulso en los años posteriores.

Algunos antecedentes
Las instituciones emanadas de la Revolución llegaron a la década de los 60 funcionando sin mayores cambios. El INI fundado en 1948 por Alfonso Caso después de haber sido director del INAH es sintomático del burocratismo permanente de esas instituciones con las que llegaron a la crisis de los 60. El muy laudeado Caso dirigió el Instituto Nacional Indigenista de 1949 a 1970. El también ex rector de la UNAM y reconocido antropólogo que descubrió Monte Albán al mundo, vivió sus últimos tiempos en el aurea del prestigio inigualable, y así se los hacía sentir a sus subordinados: cuando él llegaba a su oficina del INI en Avenida Revolución, todo el personal salía a la calle a recibirlo y lo mismo se repetía cuando se marchaba.
          Para la toma de posesión de Luis Echeverría Alfonso Caso no fue invitado en contra de los múltiples actos del gobierno en que figuraba prominentemente. Ese mismo año de 1972 muere Caso y es sustituido por el Doctor y Antropólogo Gonzalo Aguirre Beltrán como el hombre fuerte que manejaría no sólo al INI sino al INAH, INBA, Culturas Populares, etc. desde la Subsecretaria de Cultura Popular de la SEP (1970-74).
Varias de las grandes manifestaciones de protesta del movimiento salían del Museo Nacional de Antropología donde tenía su sede la Escuela Nacional de Antropología. Los contingentes de otras escuelas públicas y privadas se unían a los mayoritarios de la UNAM y el POLI y lo mismo hacían las gentes en las calles en apoyo a los estudiantes.
Las sesiones diarias en el CNH terminaban de noche y a veces de madrugada, en varias ocasiones el que esto escribe se ofreció a llevar los tardíos comunicados  al Excelsior, y cuando éste empezó a poner trabas, esos boletines de última hora los llevaba al periódico El Día.
     El 3 de octubre, al día siguiente de la masacre en Tlaltelolco, Excelsior  publicó un artículo sobre la falta de participación de la Iglesia Católica en el movimiento (Ilustración 1)[2]. La represión se agudizaba y los presos del movimiento en Lecumberri en protesta se declararon en huelga de hambre. En reunión en casa del pintor Siqueiros se acordó que muchos firmáramos un desplegado denunciando el atropello de derechos humanos que estaban sufriendo los 86 presos y otros muchos en otras cárceles del país (Ilustración 2).
Consecuencias de la participación en el movimiento
El antecedente de hallar las llantas ponchadas en el estacionamiento del Museo de los que regresaban después de horas de protesta en el Zócalo, fue sólo el inicio de la represión contra la participación de la ENAH; su director el Antropólogo Guillermo Bonfil fue expulsado por órdenes superiores, en solidaridad muchos profesores y alumnos se fueron a la IBERO y junto con los que ya trabajaban ahí e invitados,  ésta se convirtió en una de las mejores facultades de Antropología de América Latina con  Daniel Casez, Enrique Valencia, Ángel Palerm, Arturo Warman, Juan José Rendón, Francois Lartigue, Arturo Román Mercedes Olivera, Margarita Nolasco, Luis Reyes, Noemí Castillo, Frederich Kats, Hugo Nutini, Germán Guzmán, Robert Kemper , etc. 
           Se dijo entonces que Echeverría al saber que donde trabajaba el INI  no había habido conflictos sociales, entonces pidió a Aguirre Beltrán que abriera muchos centros coordinadores en todo lo largo y ancho del país. Aguirre Beltrán con la ayuda del Antropólogo Ángel Palerm y otros colegas diseñaron un proyecto de escuela de antropología aplicada donde preparar profesionales que se hicieran cargo de esos centros. Así fue como se abrió en San Cristóbal de las Casas, la Escuela de Desarrollo Regional de Chiapas en 1971. La idea de controlar el campo indígena siguió, de 12 centros coordinadores del INI en 1964 eran 100 para el 2000.
Ya dese antes del 1968-1971 se venía cuestionando el papel de la antropología indigenista. Se hacía énfasis en los temas de enseñanza en la ENAH o UIA de la teoría marxista de suerte que reuniones académicas en el 69 y publicaciones desde el 70 cuestionaban la influencia católica y protestante (ILV) en las comunidades indígenas. En la Escuela de Desarrollo de Chiapas se quiso acabar con prácticas corruptas de reclutamiento de promotores bilingües, ahora se hacía a la propia comunidad responsable de vigilar que el personal del INI cumpliera, de lo contrario nombrarían a otros. Se pretendió unificar a las direcciones de los centros coordinadores en un enfoque de desarrollo étnico autogestivo. Estos cambios no fueron bien vistos por la cúpula de viejos profesionales del INI y pronto empezaron los despidos y las renuncias en solidaridad[3].
El INAH y la conservación del patrimonio
En 1972 Aguirre Beltrán colocó en la dirección del INAH al Antropólogo  Guillermo Bonfil. Para entonces el Instituto reflejaba el centralismo del gobierno nacional: prácticamente todo el personal trabaja en el D. F. Bonfil abrió los ocho primeros Centros Regionales con antropólogos como directores en contra de la costumbre de nombrar licenciados en varias de las oficinas del Instituto. Uno de esos centros tuvo principio en Oaxaca en 1973. Igual que en los otros siete restantes la mayoría de los directores fueron antropólogos concientizados en los acontecimientos del 68.
          La nueva orientación del INAH con sustento en la ley de la materia de 1972 tenía como objetivos propios la investigación, conservación y difusión de los bienes prehispánicos, históricos y paleontológicos del país[4]. Para la fundamentación legal de esa ley fue necesario un cambio constitucional avalado por la mayoría de los estados. La participación activa de la Secretaría del Patrimonio Nacional favoreció la conservación del patrimonio histórico construido del país, hubo presupuesto para la restauración de edificios religiosos y centros históricos. En Oaxaca mucho del patrimonio construido estante se debe a esa tarea de la Secretaría del Patrimonio. Se creó en la misma Procuraduría General de la República la Oficialía Mayor que no existía antes para atender, entre otros, delitos contra el patrimonio como era especialmente el saqueo y contrabando de piezas arqueológicas. En las Agencias del Ministerio público se llegó a asignar agentes que acompañaban a los abogados y arqueólogos en zonas y sitios donde había saqueos o a suspender obras no autorizadas. Las penas por robo, daños a los monumentos arqueológicos llegaron a ser más severas que el tráfico de drogas. En todo el país se hizo publicidad exhortando a la conservación, los miles de posters con la leyenda Manos mexicanas los hicieron, manos mexicanas deben conservarlos llegaban a todos los rincones. En Oaxaca hubo autoridades aisladas que dijeron que era la primera vez que recibían comunicación del gobierno…
Una significativa secuencia del 68 en Antropología fue la creación en 1973 del Centro de Investigaciones Superiores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (CISINAH). Éste fundado por Gonzalo Aguirre Beltrán, y dirigido después por Guillermo Bonfil y Ángel Palerm respectivamente, fue reestructurado en 1980 en el actual Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) el cual cuenta con 7 sedes en el país, una en Oaxaca con el nombre de CIESAS Pacífico Sur. El impulso académico en ciencias sociales hacia la provincia también llegó a Oaxaca con la creación del ¨Programa para la Formación de Profesores en Ciencias Sociales” (1974-1979), auspiciado por el Instituto de Investigaciones sociales de la UNAM. En 1980 con la participación de la mayor parte de los egresados de dicho programa, se formó el actual Instituto de Investigaciones Sociológicas, el IISUABJO.
Relevancia en Oaxaca
La inauguración del Museo Regional del INAH en el exconvento de Santo Domingo en 1972 fue una carta de presentación del proyecto nacional del cuidado de la cultura. La promulgación de la ley federal ese mismo año sobre monumentos del patrimonio dio la cubertura legal para las acciones que se empezaron a tomar respecto a construcciones en zonas históricas y en monumentos amparados por la ley.
          Las inercias locales pronto se manifestaron en el rechazo a la ley Federal especialmente por el Colegio de Arquitectos y el grupo de arquitectos en la Dirección de Obras y Servicios Públicos. El monopolio de licencias de obras de esos profesionales había impedido por años que se recibieran nuevos arquitectos, tenían que salir a estudiar a otras universidades. No sólo era la oposición a la Ley de parte del sector oficial, los propietarios de inmuebles, muchos acostumbrados en dejar caer sus casas para luego demolerlas y hacerlas modernas, representaron un reto a una convicción de los participantes activos del movimiento del 68: la voluntad de cambiar las cosas, no aceptar coerciones ni cohechos en hacer cumplir la ley. La suspensión de obras no autorizadas de particulares se multiplicaron, también obras no autorizadas del mismo gobierno local, y aun clausuras de importantes proyectos de restauración de la federación por no ajustarse a las licencias. A pesar de los esfuerzos del gobernador no se pudo conciliar con el multicitado colegio para lograr la redacción de una ley reglamentaria del Decreto de Declaratoria de la ciudad de Oaxaca como zona de Monumentos Históricos[5]. En otras ciudades de México esta oposición a la conservación de la ciudad causó sorpresa porque apreciaban que la ciudad de Oaxaca fuera distinguida con esa declaratoria cuando otras no lo lograban aún. Las protestas, sin embargo, no amainaron, se llegó pedir la derogación de ese decreto, se publicó por el gremio de los arquitectos la Carta de Oaxaca fijando su posición opositora.
          Las fuerzas vivas de los sectores claves del gobierno vieron oportunidad de hacer valer derechos estatales exigiendo en algunos casos respeto a la soberanía del estado en  las licencias en monumentos de la federación: de esa manera  se llegó a prohibir el acceso a Monte Albán a los empleados del INAH, a exigir se acataran las disposiciones de la Dirección de Obras y Servicios Públicos en sitios de competencia federal como fue el caso del ex convento de Santa Catarina cuando se comenzaba la restauración[6], o la remodelación de la Alameda de León autorizada por el Presidente Municipal de la ciudad apoyado por gobernador. Fueron varios los edificios hoy estantes que esa Dirección de Obras y Servicios Públicos y las subsiguientes direcciones ordenaron derribar y no se les permitió.
          Otro efecto del movimiento del 68 fue la democratización de algunos aspectos de la administración pública. En el caso de Oaxaca, los rescates arqueológicos cuando se abrían caminos, o por hallazgos eventuales, o cuando se hacían excavaciones planeadas, la costumbre era llevarse esos monumentos a las bodegas del Museo Nacional en la capital. Con la apertura del Centro Regional en 1973 se revirtió por completo esa tendencia centralista. Se autorizó conforme a Ley a la formación de sociedades locales, o juntas vecinales, para que ellas o directamente los municipios se hicieran del cuidado de los hallazgos. Se levantaban actas de los depósitos que seguían siendo patrimonio de la nación, y aun se les ayudó a la creación de museos de sitio con estanterías, cédulas, etc. Los mismos pobladores nombraban a los encargados vigilar los depósitos. Así fue como se hicieron esos museos de sitio y depósitos arqueológicos al cuidado de los municipios mismos en Huamelulpan, San José Mogote, Santa Cruz Mixtepec, Ayotzintepec, Yucuita. A nivel nacional y aquí en Oaxaca comenzó luego un proyecto de museos escolares. Vendría después el proyecto de Museos Comunitarios a cargo del INAH Oaxaca que ha tenido gran éxito no sólo en la creación de numerosos museos en el estado, sino que se ha dado asesoría por los antropólogos directores de ese proyecto en otros estados y aun en otros países.
En contraste de esa primera camada de directores regionales salidos del movimiento del 68, los subsiguientes autoridades después del periodo de Bonfil y de García Cantú en la Dirección General, fueron ya nombramientos siguiendo los lineamentos que empezó a imponer el gobierno neoliberal de Salinas de Gortari. La medida más dañina para el INAH fue la creación del CNCA al cual quedó subordinado junto con Bellas Artes, entre otros. Fuera del primer director de ese engendro legal que respetó la autonomía del INAH(Víctor Flores Olea) los siguientes fueron claramente autoridades que seguían las directrices del gobierno. El INAH mientras tanto carente de figuras fuertes en la dirección general sucumbió a la orientación privatizadora y de poco interés por la cultura que no fuera el comercial: ya no teníamos petróleo que vender, entonces y hasta el presente se cree que el turismo es la nueva fuente de inversiones por medio de la explotación del patrimonio tanto natural como el cultural. Gastón García Catú fue el último director general del INAH que supo defender la conservación del patrimonio con energía y aun oponiéndose a las más altas autoridades y aun los mismos empleados del INAH.[7]
  Oaxaca sufrió en su patrimonio las consecuencias de la subordinación del INAH al CNCA. Los delegados regionales sin el apoyo jurídico e institucional de la institución dejaron al garete la autoridad que les confería la ley de la materia donde claramente se estipula que es de la competencia del INAH ¨La calidad de la Zona monumental de la ciudad de Oaxaca.¨[8] Sólo en Oaxaca fue de notar el daño a Monte Albán donde se dejó sin desmonte  dos veces por año la zona arqueológica dando como medida destructiva que subiera el gobernador Heladio Ramírez  acompañado como él mismo declaró a la prensa con más de 10,000 niños y adultos armados con picos, palas y machetes a desarraigar los gruesos yerbajos de entre los sillares de los edificios causando así más daño. Así fue como por desidia del delegado en turno se destruyeron áreas del sitio arqueológico de Hierve el Agua para la construcción de cabañas y restaurante. El caso más grave, sin embargo, estaba por venir con el gobernador Ulises Ruiz cuando se niveló la plaza de armas provocando caída de árboles y motivando a toda suerte de estratos sociales de la población a manifestarse en platón permanente pidiendo ya desde el 2005 la destitución de ese gobernador. Fue en ese periodo también que se privatizó el lado norte de la plaza para favorecer en ese corredor al restaurante de un hotel. La delegación del INAH de entonces volvió a tranzar como lo había hecho antes con el gobernador Murat con la construcción de baños en la colindancia con la capilla abierta de Cuilapan para la celebración de la boda de su hijo, de igual manera esa delegación fingió haber dado licencia al estado para que sus personeros que nivelaron y cambiaron  las dimensiones del zócalo evitaran así denuncias en contra.
Cuilapan vuelve a estar en las noticias ahora por el uso del espacio del exconvento para celebración de bodas de gente influyente en el nuevo gobierno de Murat hijo[9]. A este propósito hay que recordar que México tiene muy buenas leyes para la conservación del patrimonio, pero no se cumplen. Este es el caso del uso de museos, zonas arqueológicas y ex conventos para usos ajenos al fin de esos monumentos. Véase el acuerdo presidencial al respecto.[10] 
La variopinta y pintarrajeada ciudad con bardas y muros a punto de dañar transeúntes, calles bloqueadas y ruidos de comercios a todo volumen se presume en la publicidad del gobierno como Patrimonio de la Humanidad[11].
Lo que se logró en 1968 en el ámbito de las ciencias sociales y en la conservación del patrimonio se debió a una conjunción de factores: una autoridad en nivel alto que podía negociar presupuestos, creación de plazas, nombrar subordinados que en los puestos claves eran de la misma profesión. El apoyo institucional a las bases desde las alturas administrativas fue fundamental para evitar la simulación y el dejar pasar las causas del deterioro del patrimonio. Lo más importante, sin embargo, fue la política económica suficientemente nacionalista de entonces que permitió diferir el embate del neoliberalismo y la subordinación a las fuerzas globalizantes posteriores.






Referencias






 Ilustración 1 Ilustración 1
ILUSTRACIÓN 2




ACUERDO por el que los museos nacionales y regionales así como los monumentos arqueológicos e históricos y las zonas de monumentos arqueológicos dependientes del Instituto Nacional de Antropología e Historia no serán utilizados por ninguna persona física o moral, entidad federal, estatal o municipal, con fines ajenos a su objeto o naturaleza (Diario Oficial, octubre 31 de 1977).
ARTICULO SEGUNDO. Queda bajo la competencia del Instituto Nacional de Antropología e Historia el cumplimiento de lo orientado por la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos y su Reglamento, respecto a la calidad de la Zona Monumental de la ciudad de Oaxaca de Juárez, Oax.
DECRETO por el que se declara zona de monumentos históricos la ciudad de Oaxaca de Juárez, Oax. 15 de marzo de 1976.
Esparza, Manuel Un legendario activista de Chiapas, Mardonio Morales: Antecedentes del levantamiento zapatista de 1994, INAH Oaxaca, Carteles Editores, 2013.

--------------------¨75 años del INAH y 40 del CRO-Oaxaca¨, Museo de las Culturas de Oaxaca, Febrero 27, 2014 en http://dialogosdesoledad.blogspot.com/ martes, 4 de marzo de 2014.

 

Fuentes García, Guillermo, Gastón García Cantú: Recuerdo en breves trazos, Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano, 2007.

 

Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos, Diario Oficial, 6 de mayo de 1972. 
OFICIO de la Dirección de Obras y Servicios Públicos al responsable de la obra de reacondicionamiento (sic) del ex-convento de Santa Catalina, Oaxaca 10 de junio de1975 suscrito por el Director Arq. Francisco José Santibáñez Ramos (Archivo de la Secretaría del Patrimonio Nacional, Sitios y Monumentos).

Torrentera, Lilia ¨Funcionario de Alejandro Murat, realiza onerosa boda en un Oaxaca pobre¨, La boda de Enrique Stacpool Madrigal, secretario privado del gobernador Alejandro Murat Hinojosa, se celebró el 17 de marzo. http://ciudadania-express.com/2018/03/20/funcionario-de-alejandro-murat-realiza-onerosa-boda-en-un-oaxaca-pobre/

UNESCO El 11 de diciembre de 1987 Oaxaca de Juárez y la zona arqueológica de Monte Albán -junto con la Ciudad de México y Puebla- fueron inscritas en la Lista del Patrimonio Mundial de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.

 



[1] El siguiente es el testimonio de uno que fue delegado de Antropología de la Universidad Iberoamericana en el Consejo Nacional de Huelga en 1968. Después de estudiar en el extranjero, debido a las consecuencias de su participación en el movimiento, lleva trabajando en el INAH de Oaxaca desde hace más de 40 años.
[2] Manuel Esparza ¨Ante la crisis actual, la imagen de la Iglesia mexicana.¨
[3] Esparza 2013
[4] Ley Federal…1972
[5] DECRETO…1976
[6] OFICIO de la Dirección de Obras Públicas, 1976
[7] Fuentes García 2007:210-227; Esparza 2014.
[8] ARTÍCULO SEGUNDO del DECRETO de 1976,
[9] Torrentera L 2018.
[10] Acuerdo…Diario oficial, octubre 31 de 1977.
[11] UNESCO, 1987.

lunes, 24 de septiembre de 2018

Díaz Ordaz y los jesuitas


     Los jesuitas y Díaz Ordaz en el 68

                     Manuel Esparza

Mucho se ha escrito de lo sucedido en la Plaza de las Tres Culturas hace 50 años. No son pocos los pronunciamientos de las autoridades responsables que justificaron las acciones, ocultaron a los responsables, distorsionaron lo hechos. Uno de ellos, el Presidente Díaz Ordaz durante dos horas y media estuvo dando su versión en privado al Provincial de los jesuitas P. Enrique Gutiérrez Martín del Campo. Eso fue el 19 de diciembre de 1969 en los Pinos.
Se hizo un resumen escrito del contenido del monólogo de Díaz Ordaz que el que esto subscribe tuvo acceso a él y que luego fue publicado en la revista PROCESO años después (No. 108 del 27 de noviembre de 1978) a los 10 años de la matanza de Tlatelolco. Algunas de las afirmaciones ejemplifican la mente manipuladora y cínica del presidencialismo mexicano.
Díaz Ordaz dice estar preocupado por algunas tendencias del clero en meterse en política, pero que con la mutua cooperación de él con las altas autoridades eclesiásticas se podrán evitar los problemas. Propone en concreto, si alguien del gobierno obstaculiza la labor espiritual, en este caso de la Compañía de Jesús, pide se le informe pues ¨el hará lo que esté de su parte para situar a esa persona¨. Pide en reciprocidad que cuando alguien obstaculice la labor del gobierno, el Provincial pondrá ¨en su sitio¨ al responsable. Así, añadió, se solucionaron problemas cuando él era Secretario de Gobierno en Puebla y el P. Espino secretario de la Mitra. Lo mismo dijo estar sucediendo entre el Delegado Apostólico y él.
 Lo más significativo fue su versión del conflicto estudiantil, así es como quedó redactada en el resumen del Provincial de esa reunión: 
 ¨Los primeros incidentes fueron choques entre los estudiantes y la policía, en la que ésta última salió muy mal librada por su inferioridad numérica y de armamento, pues en muchos casos las granadas lacrimógenas no explotaron porque eran viejas a pesar de que podrían haber tenido nuevas, pero ´los encargados de abastecerlas se habían robado el dinero´.
   ¨Después de varios encuentros entre la policía y los universitarios con estas características, la policía no quería ya ir puesto que se encontraría en situaciones muy adversas y fue por eso que tuvo que enviar al ejército para controlar las situaciones¨.

(Comentario: que la policía no sirve para reprimir manifestaciones se siguió repitiendo hasta hoy. El ejército es la solución aunque sea inconstitucional mandarlo a las calles. Increíblemente no han bastado 50 años para lograr una policía eficiente).

Prosigue el texto del resumen: ¨La cosa culmina con la toma de la Universidad Nacional Autónoma que se había convertido, según él, en un Estado independiente en el cual se efectuaban juicios, se hacían matrimonios, etc. Se determinó que eso no podía ser, y con gran dispendio de fuerza y envío de un regimiento de tanques fue tomada la Universidad. La razón de este dispendio de fuerza fue precisamente para que no se causara por ningún lado ninguna baja. ´Las piedras no les hacen nada a los tanques´. Así pues fue tomada la Universidad y devuelta a los pocos días.
¨En el Politécnico la cosa fue diferente y provocó una situación mucho más grave por el hecho de haber dado armas de fuego a la policía y mucho trabajó costó el controlarlos en su sed de venganza y la situación en el Politécnico fue más difícil y grave con resultados sangrientos¨.

(Comentario: la Universidad fue tomada por el ejército el 18 de septiembre del 68 al mando de tres generales de división y numerosas tropas. ¿Tanques en la universidad contra estudiantes que ¨contraían matrimonios¨, en donde se estaba llevando un examen profesional en la facultad de Economía. y en donde números profesores y alumnos deambulaban por todas las instalaciones? La dirección de Radio Universidad fue el cuartel general del ejército. Por cierto, éste salió de la universidad como había entrado: como asaltantes sin orden judicial, y sin que el rector Barros Sierra solicitara su salida como quería el Secretario de Defensa García Barragán.  Pues de hacerlo legitimaría el allanamiento. Cuando salió el ejército dejaron un recado en Radio Universidad: ¨Excelente colección de discos, lástima que esté en manos de comunistas¨. Acusación típica de entonces que pesaba para justificar represiones. Recordar que el PCM volvió a la vida pública hasta con la Reforma Constitucional de 1977).
Continúa la versión del Presidente al Provincial de los jesuitas el 19 de diciembre de 1969. Así explicaba los hechos en Tlaltelolco: ¨Los grupos que manejaban el movimiento habían escogido el zócalo para armar un escándalo mayor: pero pronto se dieron cuenta que ni era el lugar más apropiado y así o evacuaron fácilmente sin mayor problema y escogieron entonces la plaza de las Tres Culturas en Tlaltelolco con una serie de facilidades para sus fines que ellos querían lograr. En efecto, la geografía y topografía del lugar hace muy difícil el control por parte de la policía y muy fácil la actuación de grupos terroristas (sic). Explicó con bastante detalle la situación geográfica del lugar incluyendo de un modo especial al edificio Chihuahua en el cual él indicó que vivían muchos refugiados españoles con tendencias comunistas (sic, sic)¨.
¨Allí en Tlaltelolco¨, según él dijo, ¨se verificó una operación diabólica según la cual el ejército había sido enviado para controlar la situación y con órdenes de defenderse pero no de atacar, fue atacado (sic), sembrando la confusión en un momento dado por parte de los grupos que desde el edificio Chihuahua dispararon contra la gente y contra el ejército, creando la situación que terminó con ese saldo de treinta y tantos muertos (sic) y cerca de 150 heridos¨.
¨Como pruebas extrínsecas de que los hechos eran así¨, él aducía el hecho ¨de que hubiera tanto corresponsal extranjero perfectamente bien instalado y protegido en lugares y en sitios desde los cuales pudieron tomar muy buenas fotos y buenas películas de algo que ellos sabían que iba a pasar. El mismo comandante de las tropas fue uno de los primeros heridos y precisamente con una bala que venía en una dirección de arriba hacia abajo (sic
 Al hecho de que se habían ocultado muertos, él contestó categóricamente diciendo ¨que no se había ocultado absolutamente ningún muerto, ningún herido y añadiendo a modo de prueba decía ´no podemos acallar la voz de tantas madres mexicanas´. En seguida narró cómo con frecuencia agarraban a los estudiantes y los metían a la cárcel: ´agarramos miles pero los volvimos a soltar´. Indicó después como sólo quedaron presos aquellos a los que verdaderamente se les comprobaba, bien por antecedentes, bien por hechos concretos del momento, que eran personas peligrosas para la paz pública, asesinos, agitadores profesionales, etc.¨
 Pasó luego a narrar la situación actual en el sentido de la presión que se le estaba haciendo ¨para liberar a los presos políticos y cómo su sentido de celo de la autoridad le impedía poner en libertad a gente que él juzgaba que debía estar en prisión por el peligro que representaba par la sociedad¨, y añadía ¨que si dejaba salir a esos, por qué no dejaba salir a los rateros y a los ladrones y a los asesinos que por otras razones estaban en la cárcel…me han cerrado las puertas al presionarme.¨
   Aquí algunos comentarios del mismo Díaz Ordaz sobre el ejército en ese monólogo disfrazado de entrevista al Provincial: ¨El único donde queda disciplina es en el ejército. El colegio Militar es una especie de oasis…qué culpa tienen estos pobres soldados ignorantes que han tomado este oficio para ganarse la vida, qué culpa tienen de que se les ordene que guarden el orden, pero eso yo tomé totalmente la responsabilidad, porque ellos no tienen elementos para tomarla¨.
Este calculador cínico dejaba de vez en cuando caer opiniones de otros jesuitas que él apreciaba: su pariente el P. Jacobo Blanco, el P. Pardinas, y hasta Monseñor Méndez Arceo. Su intención era darle a entender al Provincial que él estaba enterado de quiénes otros de esos religiosos había que ¨ponerlos en su lugar¨.  Así mismo confesaba con fingido candor rasgos de su propia familia, especialmente de su madre que de chico ¨lo presionaba para que ayudara hasta tres misas los domingos aparte del rosario de la tarde¨. Recuerda además qué tan cristiano era su origen: ¨tenía prohibido ver el edificio donde estaba la Logia, y que le había de dar un rodeo para no pasar frente al colegio metodista¨.  Todo muy edificante, ¿cómo dudar de la sinceridad de una persona así? (Ver texto de esta entrevista en PROCESO No. 108 del 27 de noviembre de 1978).
Enrique Martín del Campo ya no siendo Provincial se refirió a esos jesuitas a los que Díaz Ordaz quería fueran señalados y vigilados. En carta a PROCESO del 2 de diciembre de 1978 dice: ¨Dentro de la tensión de aquellos días, el peligro de aprehensiones y de la muerte estuvo cerca de varios compañeros (jesuitas)…entonces supe por algunos amigos el disgusto extremo del Sr. Presidente porque las autoridades eclesiásticas no intervenían para condenar a los universitarios. Entre dichas autoridades era mencionado el Provincial de los jesuitas¨ (PROCESO núm. 109 del 2 de diciembre de 1978).
La iglesia de entonces guardó distancia del movimiento, sencillamente no tenía nada qué contribuir ni al análisis de la situación ni a proponer soluciones (Ver M. Esparza, Excelsior del 3 de octubre de 1968). Hubo más religiosos que sí participaron y sufrieron las consecuencias, entre ellos los profesores jesuitas que fueron expulsados del Tecnológico de Monterrey, el retiro económico de empresarios al Centro de Estudios Educativos, A.C., dirigido por el jesuita Pablo Latapi, y como consecuencia de la toma de conciencia social el sierre del elitista Colegio Patria en Polanco en la década de los 70s, el sierre de colegios de niñas ricas dirigido por monjas. Debido a represalias contra religiosos activistas varios tuvieron que salir del país. En las décadas posteriores al 68 y debido a otros factores también, se experimentó un masivo abandono de miembros de diversas órdenes religiosas y del clero diocesano. No sólo la sociedad fue despertada hacia una mayor toma de responsabilidad social, también en la Iglesia grandes sectores de laicos y clérigos probaron una nueva libertad.