In Memoriam Paul Cohen
(1953-2022)
Manuel Esparza
Inesperada
como es a veces la última llamada, así no sorprendió a los amigos de Lila y
Anita Downs la despedida de Paul. Se hurga con urgencia en las colecciones de
fotos tratando de recuperar los momentos de convivencia. En una refaccionaria a
la orilla de la carretera de Pinotepa de don Luis Lila con overol blanco oye a
Ismael San Martín que le quiere vender una acción para el nuevo periódico
CAMBIO. En el viejo Sol y la Luna el saxofón, una guitarra y una batería
acompañaban a Lila que recién decidió dedicarse al canto. Enrique el Guajiro en
espera de su palomazo. Los recorridos por los pueblos de la mixteca con Ron
Spores y Anita y en las noches las pláticas con Lila Y Paul en la casa de los
Downs en Tlaxiaco, (afuera en el corral 14 perros, cada uno en su trozo de zarape
esperaban sin moverse la cena, sólo uno estaba castigado por desobediente con
una vara en el cuello que le impedía escaparse). La boda de Paul y Lila entre sahumerios,
ritos judíos y católicos: en el cuello de Paul un rosario de cuentas blancas con
una cruz cristiana colgante. Los novios llegando al banquete montados en una
yunta de bueyes, mucha gente del pueblo se coló sin invitación en la propiedad
de Margarita Dalton obligando a los cocineros y meseros a servir varios turnos.
El bautizo de Benito en la iglesia del Tule. En Juxtlahuaca en medio de la niebla
Lila con huipil azul rodeada de huipiles rojos. De pronto la niebla nos desapareció
a todos y no se veía a Paul, lo hallamos en el jacalón de un trique donde sus dos
esposas esperaban a los visitantes para vendernos sus tejidos.
La presentación del libro de Lila que fue su
tesis de antropóloga en el patio principal del palacio de gobierno de Oaxaca
con mezcal antes de empezar el acto académico. Paul y Lila en el cumpleaños de doña
María Elena Feria en casa de su hija Evelyn Carlton retratándose con Guillermo y Mary Olguín. El Guajiro y
Emiliano López echando al fuego las arracheras.
La sonriente
bohemia de Paul lo hacía amable a los demás y todos se sentían amigos suyos.
Era muy callado, su manera de comunicarse era con la música. ¿Cuál era la contraseña
para penetrar en su interior, en lo que pensaba? ¿Cuál era su verdad? Verdad en
griego aletheia significa: no olvido a-lethos, es decir, recuerdo. Dice Javier Gomá Lanzón, los detalles del ser más secreto de alguien, es rememorar su
ejemplo cuando ya ha dejado de existir, la verdad, continúa, de nuestro destino individual queda en manos de la
posteridad social, que conocerá nuestro ejemplo impidiendo que caiga en la nada.(El
País oct. 16, 2010).
Eso
recuerda la tradición judía de nombrar las cosas, en especial,
en referencia a la esencia misma de alguien cuando esa persona tiene un nombre
propio. De ahí que borrar a alguien de la lista es matar a alguien. De ahí, el no permitas que el nombre de mi familia
caiga en el olvido de la tradición hebrea. Así, lo dramático y terrible
de expresiones como “Yahvé borrará su nombre de debajo de los cielos.” Además, es
un doble matar: al individuo y su memoria, como lo expresan: “hasta que los
hayas destruido” (Deut. 7:24), “La memoria del justo es bendecida, el nombre de
los malvados se cae de podrido” (Proverbios 10:7), “Sean borrados del libro de
los vivos y no se inscriban en el de los salvados” (Salmo 69:29). “
No queremos olvidar el nombre de Paul acompañando a Lila, Benito, Vane
y Anita Downs. La mejor garantía de su sobrevivencia es su familia y la obra musical
que compuso con Lila. Oímos a Paul a través de las notas de su inseparable
saxofón decirnos: “Júrame entonces por Yavé que no borrarás mi posteridad
después de mí y que no harás desaparecer mi nombre de mi familia.” (1Sam. 24,
21).