Por
qué estamos gordos, diabéticos y con caries
Las
enfermedades desde la perspectiva evolucionista
Manuel
Esparza
Todos
tenemos enfermedades, y se gasta mucho en tratar de curarlas. Ya no halla el
gobierno cómo convencernos de que hay que prevenirlas PREVENISSSTE… CHÉCATE…MÁS VALE
PRVENIR,
y para evitar enfermarnos más gravemente intentamos saber qué efectos dañinos
tiene ciertas comidas, hasta leemos innumerables libros y consejos en Internet
sobre qué dietas y qué ejercicios hacer y en qué clínicas especializadas
someternos a operaciones agresivas para adelgazar.
Sin embargo para prevenir las
enfermedades no sólo hay que conocer los mecanismos más próximos que las
causan, sino preguntarnos ¿por qué los humanos somos tan susceptibles de adquirir la enfermedad? ¿Por qué nuestros
cuerpos son tan débiles ante los condicionamientos de la vida moderna? ¿Por qué
no logramos convencer a la gente para
tomar alimentos más saludables, a hacer más ejercicio físico? Para
responder se tiene que examinar la historia evolutiva del cuerpo humano. Hay
que saber la historia biológica, esa larga
cadena de procesos por los que llegamos a ser lo que somos y cómo
funcionamos.
Fue necesaria una larga cadena de adaptaciones que fueron
seleccionadas en una innumerable lista de formas para ayudar a los ancestros a
sobrevivir y reproducirse, no sólo como cazadores-recolectores, sino desde
antes también como peces, monos, primates, australopitecos, agricultores. Estas adaptaciones explican y limitan el cómo
normalmente el cuerpo funciona en términos de cómo hacemos la digestión,
pensamos, nos reproducimos, dormimos, caminamos, corremos, etc. todo eso
explica por qué nos enfermamos o nos lastimamos cuando nos comportamos de modos
para los cuales fuimos muy pobremente o insuficientemente adaptados.
Ciertamente no hubo un solo medio ambiente de donde evolucionó el cuerpo humano
y que se pueda decir que para ese medio ambiente está adaptado. Es necesario
ver toda la escala evolutiva no sólo desde que somos inteligentes y nos vestimos
modernamente…
Sin tener que recordar que somos
también anfibios y que todo comenzó en el agua se pueden ver unos cuantos
acontecimientos que han marcado profundamente la evolución del cuerpo humano
por medio de diversas adaptaciones.
Hace unos 6 millones
de años
Tuvimos
un ancestro común pero nos diversificamos de nuestros más cercanos primates,
los chimpancés, hace entre 8 y 5 millones de años. Hubo varias adaptaciones
para ser cada vez más capaces de caminar derecho: primero, la forma de las
caderas; contrario a la forma de caminar de
los chimpancés balanceándose de un la do al otro, los humanos movemos el
torso casi imperceptiblemente lo que significa que usamos mucha de la energía
en movernos hacia adelante en vez de mantener estable el torso o tronco. Todo
eso se debe a un cambio en la forma de la pelvis. En los humanos la parte
superior (ilion) se desdobla hacia
los lados lo cual es crucial para el bipedalismo porque permite a los músculos
del lado de las caderas (los pequeños glúteos) estabilizar el tronco por encima
de cada pierna cuando al caminar una
pierna es sólo la que pisa. Entre los restos hallados se ve que la pelvis de
hace 4.5 millones de años de los Ardipithecus
ramidus eran muy semejantes a la de los humanos.
Uno de los eventos cumbres de la larga
historia biológica del cuerpo fue el bipedalismo para lo cual fueron necesarias
varias transformaciones del cuerpo. La espina dorsal tomó la forma de S. En vez
de una curva como la tienen los simios y
otros cuadrúpedos, la espina de los humanos tiene dos curvas: la más baja, la
curva lumbar, fue posible al haber más vértebras lumbares. Estas vértebras no
son paralelas unas a otras, como serían
las fichas en una torre de Damas Chinas,
tienen diferente grosor en los lados lo que permite como en los arcos de
las construcciones de puentes estabilizar el cuerpo encima de las caderas al
curvarse las espina hacia dentro arriba de la pelvis. Las vértebras del pecho y
cuello humanos forman otra ligera curva en la espina superior que orienta el cuello hacia abajo más que hacia atrás del cráneo.
Otra transformación necesaria para
andar erecto consistió en la forma del pie. De ordinario al caminar ponemos el
talón, y luego mientras el resto del pie hace contacto con el piso, apretamos
el arco del pie permitiéndonos así empujar el cuerpo hacia arriba y adelante
hasta el final de la pisada con el dedo gordo. El arco del pie está compuesto
de huesos y de muchos ligamentos y músculos que aseguran en su lugar a los
huesos como cables en un puente de suspensión que se mantiene en tensión cuando
el talón ya no pisa el suelo. Además la
superficie de las juntas entre los dedos del pie así como la del resto de la
planta es muy redondeada y apunta ligeramente hacia arriba lo cual nos ayuda a
doblar los dedos a un ángulo extremo cuando empujamos el pie hacia abajo. Junto
con otras características que se desarrollaron desde esos tiempos cuando los
ancestros buscaban afanosamente alimento durante millones de años se hallan ahora en nuestro cuerpo y nos hacen
excelentes caminantes. Los simios no tienen arco.
Otra serie de adaptaciones tuvieron
lugar cuando los descendientes de los Australopitecinos, se vieron obligados a
ir a buscar alimentos diferentes a las frutas que escasearon debido al
enfriamiento del continente. Si no fuera por estos descendientes que lucían
cambios en la cara y en los dientes para
poder mascar otro tipo de comida, todavía andaríamos en los árboles. La famosa
Lucy (A. afarensis) de hace 3. 2
millones de años vivió en África en la época geológica del Plioceno (5.3-2.5
millones de años) cuando continuó la expansión del bosque y sabana disminuyendo
la abundancia de frutas. Entre los frutos que
les ofrecía ahora la tierra
estaban los órganos subterráneos:
tubérculos, bulbos y raíces difíciles de hallar pero que son fuentes ricas de
alimento y agua y se podían obtener
durante casi todo el año. Muchos grupos de cazadores y recolectores en el
presente obtienen hasta más de una tercera parte de sus alimentos de estos
órganos. Modernamente comemos estos domesticados órganos como son la cebolla,
la papa, la casaba. Estos son más harinosos y ricos en energía que muchos
frutos silvestres aunque tienen menos de la mitad de fibra que aquellos.
La selección natural actúa fuertemente
en los dientes porque la forma y la estructura de cada diente determinan en
gran parte la habilidad para partir la comida en pequeñas cantidades que
dan más energía. Ese poder masticar eficientemente dio beneficios
a la salud de los Australopitecos que lo más probable es que se pasaran medio día
masticando para sacar los nutrientes y escupiendo los gabazos. Aunque no
tenemos ahora los molares tan grandes y gruesos
como los de los Australopitecos,
son más grandes y gruesos que los de los chimpancés.
Sin embargo tenemos grandes
diferencias: nuestro cerebro es tres veces más grande que el de Lucy, tenemos
piernas largas, brazos cortos. Comemos comidas ricas como la carne, tenemos
herramientas, cocinamos, hablamos, tenemos cultura pero todas estas diferencias
se desarrollaron después durante la Edad del Hielo que comenzó aprox. hace 2.5
millones de años, y terminó hace 11,700 años.
Los verdaderos
originales
Hace
unos dos millones de años los primeros miembros del género humano desarrollaron aunque no completamente los
cuerpos modernos con cerebros
ligeramente más grandes que los capacitaron a ser los primeros
cazadores-recolectores. Vinieron más cambio climáticos, crecieron los polos de
hielo, aumentaron los campos de zacates y árboles. Se hizo necesario el cazar y
recolectar, comer más carne, usar herramientas y cooperar intensamente para
compartir comida.
Los cazadores-recolectores arcaicos se
diseminaron en gran parte del Mundo Antiguo y al hacerlo desarrollaron cerebros
y cuerpos más grandes. La evolución de los cazadores-recolectores acicateó aún
más la formación del cuerpo de varias especies de Homo, la más importante el erectus.
Este antepasado se desarrolló en África hace 1.9 millones de años y pronto se
dispersó por el viejo continente, en el Cáucaso, Indonesia y China. Estos
homíninos vivieron durante dos millones
de años. Fue así como H. erectus es
el primer homínido intercontinental, los verdaderos originales…, no se debió eso
a una emigración, fue una dispersión.
Las dispersiones tienen lugar cuando las poblaciones se extienden sin
incrementar su densidad.
Por lo menos hace 2.6 millones de años
se empezó a consumir carne. Evidencias
de fuego controlado se dan, uno en África del Sur de hace un millón de años,
otro de un sitio en Israel de hace 790,000 años. Se impuso el procesar la
comida, pues si se hubieran dedicado a comer carne cruda se hubieran pasado la
mitad del día masticando y no habría tiempo para ir a cazar ni recolectar. Ya
para hace 400,000 años hay más pruebas
de que el Homo arcaico cocinaba la
comida en contra del H. erectus que
no lo hacía. Por el 500,000 el Homo
arcaico inventó las puntas de piedra de gran avance para la caza.
La cooperación fue indispensable, no es
una característica reciente de las comunidades agrícolas: cooperar en la caza,
repartir entre varios la presa, esa reciprocidad se hizo durante no menos de dos millones de
años. Al mismo tiempo se desarrollaron
en la vida de esos cazadores habilidades mentales para retener en la memoria
sitios de presas, interpretación de señales para encontrar nuevos sitios,
imaginar situaciones, formas de comunicación para participar a los demás la
presencia de presas. Mientras los cazadores recolectores salían en busca de
alimento, las madres a su vez salían cerca de los refugios a lo mismo dejando
al cuidado de las crías a las abuelas. Se ha dicho que éstas son tan importantes que fueron
seleccionadas para vivir más tiempo de la edad reproductiva de manera que
pudieran ayudar a sus hijas y nietos. El impulso a cuidar de la descendencia
que no se pude valer por sí misma se puede constatar entre nuestras propias
abuelas muchas veces en formas emocionalmente
conflictivas entre ellas y las hijas madres.
La Edad del Hielo no significa que se cubrió
gran parte de la Tierra de hielo, sino que son periodos de intenso frío y
rápida subida de la temperatura, así se contraían los glaciares exponiendo la
placa continental. En el máximo del glaciar se podía caminar a través del Canal
de la Mancha de Francia a Inglaterra, o ir de Vietnam a Java y Sumatra.
De
esas etapas proviene la habilidad para correr urgida por la necesidad de
alimento, pues con sólo piedras, palos puntiagudos, mazos naturales de madera
se arriesgaban a atacar la presa, pero también para a huir para no ser ellos
presa de animales veloces.
Muchas de las adaptaciones que
aparecieron con H. erectus las
tenemos todavía en nuestros cuerpos. Una de las más importantes es nuestra
exclusiva habilidad de podernos enfriar
por medio del sudor cuando corremos. Tenemos millones de glándulas
sudoríparas (entre 5 y 10 millones) y
carecemos de pelambre como los animales. La piel de los animales les ayuda para
reflejar la radiación solar y protegerles así la piel, pero muchos mamíferos tienen esas glándulas sólo en las plantas excepto
los simios y otros monos que tienen glándulas en otras partes del cuerpo. ¿Por
qué es tan importante el sudar?
Al sudar se arroja agua a la superficie del cuerpo, cuando el sudor se
evapora enfría la piel y todo el cuerpo: podemos sudar más de un litro por
hora, suficiente para mantener enfriado a un atleta en condiciones extremas.
Hay otras
adaptaciones en nuestros músculos y huesos para correr, algunas ya aparecen en
los fósiles del H. erectus, muchas de
estas adaptaciones nos ayudan para que las piernas se comporten como resortes
gigantes para saltar de un pie al otro de una manera diferente que cuando
caminamos que es cuando usamos las
piernas como péndulos. Uno de esos resortes es el arco de los pies.
Otra novedad
humana es el tendón de Aquiles, éste no tiene ni un centímetro de largo en los
gorilas y chimpancés, pero en los humanos es ordinariamente más de 10 cm y muy
grueso lo cual permite almacenar y soltar un 35% de la energía mecánica que se
genera al correr (no al caminar). Para estabilizar el cuerpo cuando corremos la
principal novedad es el gluteus maximus,
el músculo más grande del cuerpo humano. Casi no se nota ese músculo cuando
caminamos, pero al correr se contrae fuertemente para prevenir que el tronco se
vaya hacia el frente a cada paso. Se
puede notar eso tocándose las posaderas cuando se camina o corre.
Cuando nos volvimos campesinos
Al
final de la era del Hielo, apenas ayer
en la escala geológica, hace unos 10,000 años dio comienzo la agricultura y esta nueva actividad trajo
muchas consecuencias para el cuerpo que posemos. Ya no fue necesario largas
caminatas para buscar comida, ya no hubo carencia de la misma por los cambios
climáticos. Las mismas plantas sufrieron cambios una vez que se pasó de la
experimentación a la selección de plantas mayores y más nutritivas, más fáciles
de hacerlas crecer, cosechar y procesar: ahora dependían del hombre para darse.
Un dramático ejemplo es la transformación del teosinte silvestre en el maíz que
conocemos. Varias especies de animales también fueron seleccionadas al grado de
que dependen tanto del hombre como éste de ellos, es el caso de la carne y
productos del ganado, venado, borregos, cabras, puercos. Quizá la especie más
temprana de domesticación animal fue la reproducción del perro del lobo.
Una consecuencia en la historia
humana fue la primera explosión de
población que trajo la Revolución Agrícola, la expansión acompañada de interacciones con los
remanentes cazadores-recolectores por todo el orbe produjo en gran parte el
arcoíris de genes, lenguas y culturas de hoy. Se calcula que para fines
del Neolítico (aprox. hace 4,000 años) había más de mil lenguas diferentes.
Una vez avanzado el periodo sedentario
de invención de la agricultura empezaron los problemas, sencillamente porque
millones de años de adaptación a la vida del Paleolítico no fueron suficientes
para preparar al cuerpo humano para la vida de agricultor. Sí, se obtuvieron
semillas nutricionales, pero a pesar de la tecnología mejorada los mismos
nutrientes del arroz y el trigo como son los aceites, vitaminas y minerales que
se hallan en las capas superiores de las semillas que envuelven la parte
central de almidón se echaban a perder rápidamente. Para evitarlo se empezó a
refinar los cereales quitando esas capas externas perdiéndose así gran parte de
los nutrientes. Por ejemplo, una porción
de arroz café y otra de blanco pueden tener el mismo contenido calórico, pero
el arroz café tiene entre tres y seis veces más vitaminas B además de otros
minerales y nutrientes como son la vitamina E, magnesio, potasio y fósforo.
Plantas domesticadas como el maíz son bajas en fibra que acelera el paso de la
comida a través del intestino y disminuye el tiempo de digestión y absorción.
Otro problema con el almacén de semillas por largo tiempo es la contaminación,
los cazadores-recolectores no tenían que guardar comida por más de uno o dos
días, ellos casi no tuvieron problemas con las toxinas que producen los hongos
que se reproducen en los cereales, nueces y aceites de semillas y que pueden
causar daños al hígado y cáncer. Los cazadores-recolectores tenían en su dieta
bastantes carbohidratos complejos, pero los agricultores producen plantas que
son ricas en carbohidratos simples mejor conocidos como almidones.
Sin duda la ventaja mayor de la vida
agrícola es que la mayor cantidad de calorías permitía tener más hijos, pero
este crecimiento de la población ayudó a tener más enfermedades infecciosas que
han sido las más devastadoras causadas por
la Revolución Agrícola. La viruela, por ejemplo, se extendió notablemente con
el aumento de asentamientos grandes y de gran densidad. Otra fuente de contaminación
en los centros poblacionales agrícolas son los roedores que acarrean virus letales como la fiebre de Lasa y sus
moscas acompañantes que transportan la plaga y el tifo; los gorriones y palomas
la salmonela, chinches y garrapatas. Los mosquitos es otra plaga, a estos no
les gusta el sol, se refugian en casas frías y en los arbustos siempre al acecho
de la deliciosa sangre humana. La malaria, fiebre amarilla, dengue, la
filariosis y la encefalitis son otras enfermedades generadas por los mosquitos
desde el origen de la agricultura.
Y como si no tuviéramos suficiente, la
convivencia con animales nos ha causado más de 50 enfermedades: tuberculosis,
sarampión; difteria del ganado, influenza de los puercos y patos. Las
influenzas son un tipo de virus que muta constantemente que saltó de los patos
y gansos a animales de corral como puercos y caballos. Muchas influenzas son
benignas, pero algunas son letales especialmente cuando provocan neumonía u
otras infecciones respiratorias. Es bien sabido que la epidemia de 1918 mató a
cerca de 50 millones de personas en el mundo.
Contrario a lo que se pudiera esperar
puede haber más malnutrición entre los agricultores que entre los cazadores
recolectores debido a que la dieta de aquéllos es más dependiente de pocos
alimentos básicos. La insuficiencia de
vitamina B3 (niacina) puede causar pelagra que puede llevar a la muerte sino se
trata a tiempo. Esta terrible enfermedad es común entre los agricultores que
comen principalmente maíz porque la falta de vitamina B3 en el maíz viene
también acompañada de otras proteínas necesarias para el aparato digestivo. Sabiamente
los antiguos agricultores inventaron cómo hacerle frente a esa deficiencia haciendo masa de
maíz al remojar las semillas en una solución alcalina antes de molerlo. El proceso del nixtamal nos sólo
libera vitamina B3 sino también aumenta el contenido del calcio del maíz.
Luego nos
hicimos obreros industriales
Un
último acontecimiento que se puede considerar para ver sus efectos en el cuerpo
humano es el que ha estado teniendo lugar durante los últimos 250 años. Su
comienzo fue la llamada Revolución Industrial con la invención de las máquinas
a fines del siglo XVIII en Inglaterra. En menos de 12 generaciones la humanidad
cambió totalmente su marco de referencia existencial: se inventó cómo
transformar la energía de los combustibles fósiles en vapor y electricidad con
que mover las máquinas; las economías e instituciones sociales sufrieron una drástica reorganización; mujeres y niños
entraron a la fuerza de trabajo ocasionando una reconfiguración de las familias
y los vecindarios con los nuevos horarios y hábitos para trabajar, comer y
descansar; las clases sociales se polarizaron ante la oferta de servicios
públicos y de los beneficios interesados de las industrias privadas al promover
educación, sanidad y hasta
entretenimiento; el aprovisionamiento para la investigación científica
que produjo la localización de microbios, formas de combatirlos, de prevenir
enfermedades por medio de la esterilización de la comida y de la vacunación.
Aquí lo que nos interesa son los efectos de
esa revolución al cambiar lo que se comía, la manera de trabajar, de ejercitar
el cuerpo. Esto último quedó afectado con las largas jornadas de trabajo por
más de 12 horas y bajo la amenazante mirada de un capataz que exigía eficiencia
y rapidez en el Reino Unido. En 1802 se tuvo que prohibir que niños menores de
13 años no pudieran trabajar más de ocho horas diarias, adolescentes de entre
13 y 18 no lo podían hacer por más de 12. Tuvieron que pasar 100 años para que
en 1901 se prohibiera el trabajo infantil. En otras partes se ha mejorado la
condición laboral, así por ejemplo en Estados Unidos un trabajador de
fábrica promedio labora 40 horas a la
semana, es decir, 50 % menos horas que lo hacía en el siglo XIX, pero en otros
lugares como en China todavía se tienen semanas de 90 horas.
Una
de las consecuencias irónicas de la industrialización es que conforme se ha
expandido alrededor del mundo ha causado que esté más sentada la gente.
Efectivamente una mayor industrialización, con el tiempo, hace decrecer el
número de trabajo manufacturero y aumenta el empleo en servicios, información e
investigación. En Estados Unidos actualmente solamente el 11% de la fuerza
laboral trabaja en fábricas. El sector de servicios es el que más rápidamente
crece en los países desarrollados. Hoy más que nunca un mayor número de gente
gana su sustento escribiendo y leyendo en la computadora, hablando por
teléfono. Esto en las oficinas, pero fuera, el uso de aparatos para ahorrar
tiempo también reducen el costo de energía: carros, bicicletas, aeroplanos, el
Metro, escaleras eléctricas, elevadores.
Si se compara el que durante varios
millones de años en promedio los cazadores-recolectores caminaron entre 9 y 15
km diarios, ahora un ciudadano del primer mundo camina menos de medio km al día
y manejando en carro recorre en promedio 50 km al día. Si a eso se le
añade la larga lista de aparatos de cocina, lavadoras, aspiradoras, controles
remotos, maletas con ruedas, etc. etc. se ve que se ha reducido la cantidad de
energía que gastamos para vivir, y se ha reducido la actividad física.
Un trabajador promedio, digamos, un
agricultor o carpintero que gaste unas 3,000 calorías al día si de repente
cambia al jubilarse a una vida sedentaria, su gasto de energía va a disminuir
unas 450 calorías al día. Y a no ser que se compense comiendo mucho menos o
haga ejercicio físico intenso, empezará a engordar.
La evolución
cultural
La
gran diferencia entre nosotros y los humanos primitivos es la habilidad
del cambio cultural para innovar,
transmitir información e ideas de persona a persona. Hace unos 50,000 años se
dio una revolución cultural y tecnológica que nos hizo capaces de colonizar a todo
el mundo, desde entonces la evolución cultural ha sido un poderoso instrumento del cambio en continuo aumento. Los modernos nos
desarrollamos de África hace 200,000 años en contra de la Biblia y demás
narraciones de origen. Lo sabemos ahora estudiando los genes. Comparando la
variación genética alrededor del mundo, los genetistas pueden calcular un árbol
familiar de las relaciones de cada uno con otros, y al calibrar la edad de ese
árbol calcular cuándo cada uno compartió un ancestro común. Los datos de
múltiples estudios indican que todos los humanos vivos pueden trazar sus raíces
a una población común ancestral que vivió en África entre hace 300,000 a
200,000 años y que un subgrupo emigró de
África hace unos 100,000 a 80,000 años, por lo tanto, hasta muy recientemente todos los
seres humanos éramos africanos. Según cálculos todos descendemos de un
alarmante número pequeño, unos 14,000
del África subsahariana, y la población inicial que dio origen a todos los no
africanos probablemente era de menos de 3,000 individuos.
Todo lo anterior nos enseña que nuestra especie es
genéticamente homogénea al grado de que si desapareciera el resto del mundo y
quedara sólo una población, que se yo,
Uruguay o Cuba esa conservaría casi toda la variación humana genética.
Efectivamente se calcula que aproximadamente el 86 % de toda la variación
genética humana se halla dentro de cualquier
población. Fenómeno que no se da en otras especies, por ejemplo, en los
chimpancés donde menos del 40 % de su variación genética se halla dentro de
alguna de sus poblaciones.
Otra hibridación se dio hace más de
50,000 años además de un poco con los Neandertales,
fue con los Denisovanos conforme los humanos avanzaban hacia Asia. Lo que no
quiere decir que los Neandertales, Denisovanos y los humanos somos una sola
especie a pesar de que especies relacionadas cercanamente suelen apararse. Los
fósiles más antiguos de los humanos modernos provienen de África y son de hace 195,000 años. Según
datos al alcance los modernos aparecen primeramente en Europa hace 40,000 años,
en Asia hace 60,000 años y en Nueva Guinea y Australia hace aproximadamente
40,000 años.
En
escasos 175,000 años desde que los humanos modernos se desarrollaron en África
ellos colonizaron el universo excepto la Antárctica. Todo parece sugerir
también que donde quiera que llegaron los modernos cazadores- recolectores las otras especies arcaicas humanas pronto se
extinguieron. ¿Qué tanto de ese hecho se debe al desarrollo de nuestras mentes?
Hace unos 50,000 años llegó la cultura del Paleolítico tardío con nuevas
herramientas de piedra. Una verdadera revolución en el arte, y tecnología:
variadas herramientas de hueso como punzones y agujas para coser, hacer
lámparas y redes, anzuelos, flautas;
armas más letales como arpones y lanzaderas de proyectiles, etc. La implicación en el cambio en la dieta son
fáciles de imaginar una vez que se aumentó la variedad de especies que se
podían hervir y rostizar: la explosión de población.
Como los genes las culturas
evolucionan, pero éstas lo hacen por diferentes procesos que hacen la evolución
cultural una fuerza más poderosa y rápida que la selección natural. Mientras
nuevos genes se originan al azar a través de mutaciones aleatorias, los humanos
generan con frecuencia variaciones culturales intencionalmente. La capacidad,
sin embargo, de actuar culturalmente, usar y modificar la cultura es una
adaptación básica biológica.
Las más básicas interacciones entre la
cultura y la biología del cuerpo son las maneras que las conductas
aprendidas—la comida que se come, la ropas que se usa, las actividades—alteran
el entorno del cuerpo, influenciando así cómo se desarrolla el cuerpo y cómo
funciona. Los efectos no causan evolución por sí misma, pero a través del
tiempo algunas de estas interacciones hacen posible
que en las poblaciones se dé un
cambio evolutivo. Algunas veces las innovaciones culturales dirigen la selección
natural en el cuerpo. Un ejemplo es la
habilidad de digerir el azúcar de la leche en los adultos que se desarrolló
independientemente en África, en Medio Oriente y en Europa entre la gente que
consume leche animal. Lactasa es la enzima que permite digerir la lactosa, es
decir, el azúcar de la leche. Hasta muy recientemente los humanos como otros
mamíferos perdieron la habilidad de producir lactasa después del destete, pero
debido a mutaciones que se desarrollaron en el gene LCT permiten a algunos humanos ya de adultos
continuar sintetizando la enzima. Esa es una adaptación biológica a la cultura de la leche.
En otros muchos casos, la cultura
mejora o niega los efectos del entorno acolchonando
el cuerpo de los efectos de la selección
natural que tendrían lugar. Este colchón cultural se da por todos lados y sólo
nos damos cuenta de sus efectos cuando nos falta ropa, o no se puede cocinar o
no hay antibióticos.
Nuestro
cuerpo es testigo de características que se desarrollaron por cientos de miles
de años por la interacción de la cultura y la biología. Algunas de estas
adaptaciones son anteriores del hombre moderno: la invención de las herramientas
de piedra y proyectiles que permitieron la selección de los de mayor habilidad
en arrojarlas con puntería. Los dientes fueron seleccionados para ser más pequeños
después de que se usaron herramientas en el Paleolítico temprano, el aparato
digestivo cambió una vez que se hizo popular el cocinar de suerte que ahora somos
dependientes de la cocina para poder sobrevivir. Es claro
que nuestro impulso sin cesar para innovar ha dirigido a la misma selección natural en el cuerpo.
La
selección natural adaptó a las poblaciones a los nuevos ambientes que iban
hallando en su dispersión por el planeta. Eran africanos, no se olvide, los que
tenían calor en su ambiente, pero al ir al norte, durante la Edad del Hielo, lo
que querían era conservar el calor, y no lo hubieran logrado sin tecnología
para cubrirse, tener fuego, refugiarse: ejemplo las agujas de hueso para
coser en el Paleolítico tardío que están
ausentes en el Paleolítico medio.
Con el tiempo se desarrolló el cerebro,
se cocinaba, ya no se pasaba medio día masticando, el fuego y las herramientas
y la cooperación afectaron el entorno del cuerpo humano. Es la evolución de la
cultura influyendo en el medio ambiente
y en varias formas en la misma evolución natural.
Los cambios culturales han creado nuevas presiones que han dirigido y
hasta acelerado la selección natural.
Enfermedades modernas
Es siempre controvertido el origen atribuido a muchas enfermedades,
no se saben las causas, por ejemplo, estamos adaptados para el ejercicio, pero ¿lo
estamos para mucho ejercicio? Se sabe que mucho correr u hacer otros deportes
pueden bajar la fertilidad de las mujeres. Ahora vemos que en pleno campo de
juego caen fuertes atletas. Aquí lo que interesa es preguntar cómo la evolución
cultural responde a las enfermedades. La viruela o el bocio están ahora
extintos o muy raros, en cambio la diabetes tipo 2, enfermedades del corazón,
pie plano, la miopía, las caries ahí están y aún están siendo más comunes. La misma
cultura puede perpetuar el círculo vicioso de una enfermedad cuya causa, entre
otras, es la mala adaptación al medio
ambiente. No es que automáticamente se pasen muchas enfermedades de generación
en generación, pero mucho ayuda pensar que lo que pasamos son las conductas y
entornos que las causan.
La hipertensión (presión arterial alta)
que afecta a más de mil millones de gentes y que es el principal factor de
riesgo para infartos, ataques cardiacos, enfermedad de los riñones, etc. es
causada por la interacción entre los genes y el medio ambiente. Entre los
jóvenes y adultos medios las principales causas son las dietas que causan obesidad,
gran cantidad de ingesta de sal, poca
actividad física y exceso de consumo de alcohol. Sabemos qué causa todo esto
pero la cultura sigue transmitiendo las condiciones para que se siga dando.
La diabetes tipo #2 es otro ejemplo
para explicar lo dicho. La enfermedad comienza cuando las células del cuerpo
dejan de responder a la insulina que es una hormona que saca el azúcar de la
corriente sanguínea y la almacena como grasa. Con la enfermedad los niveles de
azúcar en la sangre crecen lo que estimula al páncreas a producir más insulina
pero en vano. Con los años el fatigado páncreas no puede producir suficiente
insulina y sigue subiendo el nivel de azúcar, lo cual es tóxico y causa
terribles daños a la salud y hasta la muerte.
¿Por
qué a los humanos nos da diabetes tipo 2? Entre 1975 y 2005 la diabetes # 2
aumentó más de siete veces en el mundo y sigue subiendo. A parte de los
mecanismos celulares y genéticos que la facilitan, la enfermedad es un problema
en aumento porque los cuerpos humanos fueron adaptados primeramente para
condiciones muy diferentes que ahora nos hacen mal adaptados para hacer frente
a las dietas modernas y a la inactividad física. Los primates en cautiverio,
con exceso de azúcar y falta de ejercicio les da también diabetes tipo 2.
Millones de años de evolución favoreció a los ancestros que deseaban comidas
ricas en energía, incluyendo simples carbohidratos como el azúcar que era
difícil de hallar, carbohidratos que eficientemente almacenan calorías en
exceso como grasas, pues los carbohidratos también producen grasa y por tanto
pueden producir arterioesclerosis.
Sin embargo, es necesario hacer algunas
precisiones acerca de la necesidad de azúcar y la grasa. Los tejidos del
cerebro no almacenan energía sino que deben recibir una continua cantidad de
azúcar del torrente sanguíneo. Interrupciones o déficits de azúcar en la
sangre por más de un minuto o dos causan
daños irreparables, con frecuencia letales. Se dice que fueron necesarias
adaptaciones para tener la habilidad de almacenar grasa. No es sorprendente
entonces que los recién nacidos vengan con un 15% de grasa corporal. De hecho
el último trimestre del embarazo es principalmente para engordar al feto.
Estamos adaptados para ganar peso, así que cierta cantidad de grasa es normal.
El porcentaje de
obesos se ha duplicado desde 1970. ¿Por qué? ¿Dónde se almacena la energía? No
sólo se consumen más calorías de las que se necesitan, sino que la falta de
fibra causa que se absorban las calorías más aprisa de lo que el hígado y el
páncreas puedan manejar. Nuestro aparato digestivo nunca evolucionó para quemar
tanta azúcar tan aprisa y responde de la única manera que sabe: enviando el
exceso de azúcar a la grasa visceral.
La
principal razón por la que engordamos cada vez más es que las comidas
procesadas están proporcionando demasiadas calorías, muchas del azúcar tanto en
la forma de glucosa como de fructuosa en cantidades que son muy altas y muy
rápidas para el sistema digestivo que heredamos. En pocas palabras: aunque
evolucionamos para comer bastantes carbohidratos y almacenarlos eficientemente,
no estamos bien adaptados para consumirlos en la forma que se hallan en bebidas
dulces como la soda y jugos de frutas, pasteles, dulces, panuchos, etc.
La obesidad el
mayor problema de salud de la especie humana hoy en día, en sí no es una
enfermedad, se origina por tener ahora mucho del estímulo que era escaso antes:
energía y mucha energía incluye mucha grasa en el cuerpo, especialmente en el
abdomen, no en el área subcutánea, sino en los órganos de la cavidad: páncreas,
bazo, hígado, riñones, etc. El aumento de la talla (más de 40 pulgadas en los
hombres y 35 en las mujeres) puede significar alta presión arterial, altos
niveles de triglicéridos (grasa en la sangre), baja de colesterol bueno (HDL) y
alza del malo (LDL), altos niveles de azúcar en la sangre con la secuela de
enfermedades graves como las cardiovasculares, diabetes tipo #2, cánceres en el
sistema reproductivo, en el tejido digestivo; enfermedades de los riñones,
vesícula e hígado.
No le pasamos
las caries a nuestros hijos vía biológica, pero sí a través de la dieta que las
causa, y ellos así lo transmitirán a sus hijos. Los cazadores recolectores comían bastantes carbohidratos
complejos (que se encuentran en alimentos tales como chícharos, fríjoles,
granos enteros y hortalizas).Pero desde la Revolución Agrícola se empezó a
consumir mucho almidón que causa las caries: los almidones y el azúcar se
quedan en los dientes después de comer y atraen bacterias que se multiplican y
combinan con proteínas de la boca para formar una placa. Mientras las bacterias
digieren azúcar excretan ácido que es atrapado por las placas (una película
blancuzca que envuelve el diente) y disuelve el esmalte de la coronas causando
caries. Las caries afectan a 2.5 mil millones de
gentes. Ahora dependemos de cereales y granos lo que hace tan difícil acabar
con la enfermedad. Es el precio que pagamos por calorías baratas.
La miopía es otro
de los males de la vida moderna. Hace apenas 6,000 años se inventó la
escritura. Es hasta el siglo XV que se inventó la imprenta, es hasta el siglo
XIX que la gente pasaba horas leyendo. Ahora son horas más horas enfrente de la
computadora, la televisión, el celular. En E.U. y Europa casi una tercera parte
de los niños entre 7 y 17 años se hacen miopes y en Asía es mayor el
porcentaje.
Regresando al
planteamiento de la relación entre la evolución cultural y las enfermedades, se
ve que la selección natural no se detuvo cuando comenzó
la agricultura, sino que ha seguido adaptando poblaciones a dietas cambiantes,
gérmenes y entornos. Sin embargo la velocidad y
fuerza de la evolución cultural ha superado las de la selección natural
y los cuerpos que heredamos están todavía adaptados en cierto grado importante
a las diversas y variadas condiciones ambientales en las que nos desarrollamos
durante millones de años.
Los cambios
culturales han cambiado los hábitos alimenticios, el modo de trabajo, las
enfermedades que sufrimos y otros factores ambientales que han creado a su vez nuevas presiones
selectivas. Hay
cambios que son genéticamente heredables, pero también culturalmente. Así como
pasamos cromosomas a los hijos también les heredamos culturalmente condiciones
ambientales, tales como las toxinas que van a encontrar, los alimentos que
comerán, la temperatura que sufrirán.
En resumen
Finalmente
a manera de conclusión dos aspectos para reflexionar. El principal es que modernamente
el factor que hace falta para tener salud es el ejercicio. El esqueleto humano
deja de crecer por los años veinte de edad. El ejercicio desde temprana edad hace
que los tejidos óseos experimenten tensión facilitando así el grosor y
alargamiento de los huesos. Los problemas de salud se van incubando cuando
desde niño se es sedentario y se pasa horas ante la televisión o el celular.
Segundo, no tiene el cuerpo una lógica que nos
obligue a obedecerla, actuamos a pesar de que no es saludable lo que comemos o cuando
dejamos de ejercitarnos. ¿Por qué? Estamos hechos, por ejemplo, para ansiar
comer sal, azúcar, grasa y no nos podemos detener. Actuamos por instintos. Sí,
el hombre tiene instintos y más que los animales. Con frecuencia actuamos
irracionalmente en contra de la salud (Ver Dan Ariel, Predictably Irrational: The Hidden forces That Shape Our Decisions,
N.Y. Harper, 2008). En un medio de abundancia y toda suerte de conforts, va a
ser muy difícil ir en contra de los instintos a pesar de estar informados, pero
desgraciadamente no basta la información hay que estar motivados para prevenir las causas de las
enfermedades.
Bibliografía mínima recomendada:
Daniel E.
Lieberman, The History of the Human Body,
Vintage 2014.
Rita
Levi-Montalcini, Atrévete a saber, Crítica
2013.
Juan Tonda y Julieta Fierro, El libro de las Cochinadas, ADN Editores ,2005.