viernes, 13 de febrero de 2015

Por qué estamos gordos, diabéticos y con caries


Por qué estamos gordos, diabéticos y con caries

Las enfermedades desde la perspectiva evolucionista

Manuel Esparza
 
Todos tenemos enfermedades, y se gasta mucho en tratar de curarlas. Ya no halla el gobierno cómo convencernos de que hay que prevenirlas PREVENISSSTE… CHÉCATE…MÁS VALE PRVENIR, y para evitar enfermarnos más gravemente intentamos saber qué efectos dañinos tiene ciertas comidas, hasta leemos innumerables libros y consejos en Internet sobre qué dietas y qué ejercicios hacer y en qué clínicas especializadas someternos a operaciones agresivas para adelgazar.  
         Sin embargo para prevenir las enfermedades no sólo hay que conocer los mecanismos más próximos que las causan, sino preguntarnos ¿por qué los humanos somos tan susceptibles  de adquirir la enfermedad? ¿Por qué nuestros cuerpos son tan débiles ante los condicionamientos de la vida moderna? ¿Por qué no logramos convencer a la gente para  tomar alimentos más saludables, a hacer más ejercicio físico? Para responder se tiene que examinar la historia evolutiva del cuerpo humano. Hay que saber la historia biológica, esa larga  cadena de procesos por los que llegamos a ser lo que somos y cómo funcionamos.
          Fue necesaria una  larga cadena de adaptaciones que fueron seleccionadas en una innumerable lista de formas para ayudar a los ancestros a sobrevivir y reproducirse, no sólo como cazadores-recolectores, sino desde antes también como peces, monos, primates, australopitecos, agricultores.  Estas adaptaciones explican y limitan el cómo normalmente el cuerpo funciona en términos de cómo hacemos la digestión, pensamos, nos reproducimos, dormimos, caminamos, corremos, etc. todo eso explica por qué nos enfermamos o nos lastimamos cuando nos comportamos de modos para los cuales fuimos muy pobremente o insuficientemente adaptados. Ciertamente no hubo un solo medio ambiente de donde evolucionó el cuerpo humano y que se pueda decir que para ese medio ambiente está adaptado. Es necesario ver toda la escala evolutiva no sólo desde que somos inteligentes y nos vestimos modernamente…
         Sin tener que recordar que somos también anfibios y que todo comenzó en el agua se pueden ver unos cuantos acontecimientos que han marcado profundamente la evolución del cuerpo humano por medio de diversas adaptaciones.
 
Hace unos 6 millones de años
Tuvimos un ancestro común pero nos diversificamos de nuestros más cercanos primates, los chimpancés, hace entre 8 y 5 millones de años. Hubo varias adaptaciones para ser cada vez más capaces de caminar derecho: primero, la forma de las caderas; contrario a la forma de caminar de  los chimpancés balanceándose de un la do al otro, los humanos movemos el torso casi imperceptiblemente lo que significa que usamos mucha de la energía en movernos hacia adelante en vez de mantener estable el torso o tronco. Todo eso se debe a un cambio en la forma de la pelvis. En los humanos la parte superior (ilion) se desdobla hacia los lados lo cual es crucial para el bipedalismo porque permite a los músculos del lado de las caderas (los pequeños glúteos) estabilizar el tronco por encima de cada pierna cuando al caminar  una pierna es sólo la que pisa. Entre los restos hallados se ve que la pelvis de hace 4.5 millones de años de los Ardipithecus ramidus eran muy semejantes a la de los humanos.
         Uno de los eventos cumbres de la larga historia biológica del cuerpo fue el bipedalismo para lo cual fueron necesarias varias transformaciones del cuerpo. La espina dorsal tomó la forma de S. En vez de una curva  como la tienen los simios y otros cuadrúpedos, la espina de los humanos tiene dos curvas: la más baja, la curva lumbar, fue posible al haber más vértebras lumbares. Estas vértebras no son paralelas unas  a otras, como serían las fichas en una torre de Damas Chinas,  tienen diferente grosor en los lados lo que permite como en los arcos de las construcciones de puentes estabilizar el cuerpo encima de las caderas al curvarse las espina hacia dentro arriba de la pelvis. Las vértebras del pecho y cuello humanos forman otra ligera curva en la espina superior que orienta el cuello  hacia abajo más que hacia atrás del cráneo.
         Otra transformación necesaria para andar erecto consistió en la forma del pie. De ordinario al caminar ponemos el talón, y luego mientras el resto del pie hace contacto con el piso, apretamos el arco del pie permitiéndonos así empujar el cuerpo hacia arriba y adelante hasta el final de la pisada con el dedo gordo. El arco del pie está compuesto de huesos y de muchos ligamentos y músculos que aseguran en su lugar a los huesos como cables en un puente de suspensión que se mantiene en tensión cuando el talón ya no pisa el  suelo. Además la superficie de las juntas entre los dedos del pie así como la del resto de la planta es muy redondeada y apunta ligeramente hacia arriba lo cual nos ayuda a doblar los dedos a un ángulo extremo cuando empujamos el pie hacia abajo. Junto con otras características que se desarrollaron desde esos tiempos cuando los ancestros buscaban afanosamente alimento durante millones de años  se hallan ahora en nuestro cuerpo y nos hacen excelentes caminantes. Los simios no tienen arco.
         Otra serie de adaptaciones tuvieron lugar cuando los descendientes de los Australopitecinos, se vieron obligados a ir a buscar alimentos diferentes a las frutas que escasearon debido al enfriamiento del continente. Si no fuera por estos descendientes que lucían cambios en la cara y en los  dientes para poder mascar otro tipo de comida, todavía andaríamos en los árboles. La famosa Lucy (A. afarensis) de hace 3. 2 millones de años vivió en África en la época geológica del Plioceno (5.3-2.5 millones de años) cuando continuó la expansión del bosque y sabana disminuyendo la abundancia de frutas. Entre los frutos que  les ofrecía ahora  la tierra estaban  los órganos subterráneos: tubérculos, bulbos y raíces difíciles de hallar pero que son fuentes ricas de alimento y agua y se podían  obtener durante casi todo el año. Muchos grupos de cazadores y recolectores en el presente obtienen hasta más de una tercera parte de sus alimentos de estos órganos. Modernamente comemos estos domesticados órganos como son la cebolla, la papa, la casaba. Estos son más harinosos y ricos en energía que muchos frutos silvestres aunque tienen menos de la mitad de fibra que aquellos.
         La selección natural actúa fuertemente en los dientes porque la forma y la estructura de cada diente determinan en gran parte la habilidad para partir la comida en pequeñas cantidades que dan  más energía. Ese  poder masticar eficientemente dio beneficios a  la salud de los Australopitecos que lo más probable es que se pasaran medio día masticando para sacar los nutrientes y escupiendo los gabazos. Aunque no tenemos ahora los molares tan grandes y gruesos  como los de los Australopitecos, son más grandes y gruesos que los de los chimpancés.
         Sin embargo tenemos grandes diferencias: nuestro cerebro es tres veces más grande que el de Lucy, tenemos piernas largas, brazos cortos. Comemos comidas ricas como la carne, tenemos herramientas, cocinamos, hablamos, tenemos cultura pero todas estas diferencias se desarrollaron después durante la Edad del Hielo que comenzó aprox. hace 2.5 millones de años, y terminó hace 11,700 años.
 
Los verdaderos originales
Hace unos dos millones de años los primeros miembros del género humano  desarrollaron aunque no completamente los cuerpos  modernos con cerebros ligeramente más grandes que los capacitaron a ser los primeros cazadores-recolectores. Vinieron más cambio climáticos, crecieron los polos de hielo, aumentaron los campos de zacates y árboles. Se hizo necesario el cazar y recolectar, comer más carne, usar herramientas y cooperar intensamente para compartir comida.
         Los cazadores-recolectores arcaicos se diseminaron en gran parte del Mundo Antiguo y al hacerlo desarrollaron cerebros y cuerpos más grandes. La evolución de los cazadores-recolectores acicateó aún más la formación  del cuerpo  de varias especies de Homo, la más importante el erectus. Este antepasado se desarrolló en África hace 1.9 millones de años y pronto se dispersó por el viejo continente, en el Cáucaso, Indonesia y China. Estos homíninos vivieron durante  dos millones de años. Fue así como H. erectus es el primer homínido intercontinental, los verdaderos originales…, no se debió eso a  una emigración, fue una dispersión. Las dispersiones tienen lugar cuando las poblaciones se extienden sin incrementar su densidad.
         Por lo menos hace 2.6 millones de años se empezó a  consumir carne. Evidencias de fuego controlado se dan, uno en África del Sur de hace un millón de años, otro de un sitio en Israel de hace 790,000 años. Se impuso el procesar la comida, pues si se hubieran dedicado a comer carne cruda se hubieran pasado la mitad del día masticando y no habría tiempo para ir a cazar ni recolectar. Ya para hace 400,000 años  hay más pruebas de que el Homo arcaico cocinaba la comida en contra del H. erectus que no lo hacía. Por el 500,000 el Homo arcaico inventó las puntas de piedra de gran avance para la caza.
         La cooperación fue indispensable, no es una característica reciente de las comunidades agrícolas: cooperar en la caza, repartir entre varios la presa, esa reciprocidad  se hizo durante no menos de dos millones de años.  Al mismo tiempo se desarrollaron en la vida de esos cazadores habilidades mentales para retener en la memoria sitios de presas, interpretación de señales para encontrar nuevos sitios, imaginar situaciones, formas de comunicación para participar a los demás la presencia de presas. Mientras los cazadores recolectores salían en busca de alimento, las madres a su vez salían cerca de los refugios a lo mismo dejando al cuidado de las crías a las abuelas. Se ha dicho que  éstas son tan importantes que fueron seleccionadas para vivir más tiempo de la edad reproductiva de manera que pudieran ayudar a sus hijas y nietos. El impulso a cuidar de la descendencia que no se pude valer por sí misma se puede constatar entre nuestras propias abuelas muchas veces en formas emocionalmente  conflictivas entre ellas y las hijas madres.
          La Edad del Hielo no significa que se cubrió gran parte de la Tierra de hielo, sino que son periodos de intenso frío y rápida subida de la temperatura, así se contraían los glaciares exponiendo la placa continental. En el máximo del glaciar se podía caminar a través del Canal de la Mancha de Francia a Inglaterra, o ir de Vietnam a Java y Sumatra.
         De esas etapas proviene la habilidad para correr urgida por la necesidad de alimento, pues con sólo piedras, palos puntiagudos, mazos naturales de madera se arriesgaban a atacar la presa, pero también para a huir para no ser ellos presa de animales veloces. 
         Muchas de las adaptaciones que aparecieron con H. erectus las tenemos todavía en nuestros cuerpos. Una de las más importantes es nuestra exclusiva habilidad de podernos enfriar  por medio del sudor cuando corremos. Tenemos millones de glándulas sudoríparas (entre 5  y 10 millones) y carecemos de pelambre como los animales. La piel de los animales les ayuda para reflejar la radiación solar y protegerles así la piel, pero muchos  mamíferos tienen  esas glándulas sólo en las plantas excepto los simios y otros monos que tienen glándulas en otras partes del cuerpo. ¿Por qué es tan importante el sudar? Al sudar se arroja agua a la superficie del cuerpo, cuando el sudor se evapora enfría la piel y todo el cuerpo: podemos sudar más de un litro por hora, suficiente para mantener enfriado a un atleta en condiciones extremas.
         Hay otras adaptaciones en nuestros músculos y huesos para correr, algunas ya aparecen en los fósiles del H. erectus, muchas de estas adaptaciones nos ayudan para que las piernas se comporten como resortes gigantes para saltar de un pie al otro de una manera diferente que cuando caminamos  que es cuando usamos las piernas como péndulos. Uno de esos resortes es el arco de los pies.
         Otra novedad humana es el tendón de Aquiles, éste no tiene ni un centímetro de largo en los gorilas y chimpancés, pero en los humanos es ordinariamente más de 10 cm y muy grueso lo cual permite almacenar y soltar un 35% de la energía mecánica que se genera al correr (no al caminar). Para estabilizar el cuerpo cuando corremos la principal novedad es el gluteus maximus, el músculo más grande del cuerpo humano. Casi no se nota ese músculo cuando caminamos, pero al correr se contrae fuertemente para prevenir que el tronco se vaya hacia el frente  a cada paso. Se puede notar eso tocándose las posaderas cuando se camina  o corre.
 
Cuando nos volvimos campesinos
Al final de la era del Hielo, apenas ayer  en la escala geológica, hace unos 10,000 años dio comienzo  la agricultura y esta nueva actividad trajo muchas consecuencias para el cuerpo que posemos. Ya no fue necesario largas caminatas para buscar comida, ya no hubo carencia de la misma por los cambios climáticos. Las mismas plantas sufrieron cambios una vez que se pasó de la experimentación a la selección de plantas mayores y más nutritivas, más fáciles de hacerlas crecer, cosechar y procesar: ahora dependían del hombre para darse. Un dramático ejemplo es la transformación del teosinte silvestre en el maíz que conocemos. Varias especies de animales también fueron seleccionadas al grado de que dependen tanto del hombre como éste de ellos, es el caso de la carne y productos del ganado, venado, borregos, cabras, puercos. Quizá la especie más temprana de domesticación animal fue la reproducción del perro del lobo.
         Una consecuencia en la historia humana  fue la primera explosión de población que trajo la Revolución Agrícola, la expansión  acompañada de interacciones con los remanentes cazadores-recolectores por todo el orbe produjo en gran parte el arcoíris  de genes, lenguas  y culturas de hoy. Se calcula que para fines del Neolítico (aprox. hace 4,000 años) había más de mil lenguas diferentes.
         Una vez avanzado el periodo sedentario de invención de la agricultura empezaron los problemas, sencillamente porque millones de años de adaptación a la vida del Paleolítico no fueron suficientes para preparar al cuerpo humano para la vida de agricultor. Sí, se obtuvieron semillas nutricionales, pero a pesar de la tecnología mejorada los mismos nutrientes del arroz y el trigo como son los aceites, vitaminas y minerales que se hallan en las capas superiores de las semillas que envuelven la parte central de almidón se echaban a perder rápidamente. Para evitarlo se empezó a refinar los cereales quitando esas capas externas perdiéndose así gran parte de los nutrientes. Por ejemplo, una  porción de arroz café y otra de blanco pueden tener el mismo contenido calórico, pero el arroz café tiene entre tres y seis veces más vitaminas B además de otros minerales y nutrientes como son la vitamina E, magnesio, potasio y fósforo. Plantas domesticadas como el maíz son bajas en fibra que acelera el paso de la comida a través del intestino y disminuye el tiempo de digestión y absorción. Otro problema con el almacén de semillas por largo tiempo es la contaminación, los cazadores-recolectores no tenían que guardar comida por más de uno o dos días, ellos casi no tuvieron problemas con las toxinas que producen los hongos que se reproducen en los cereales, nueces y aceites de semillas y que pueden causar daños al hígado y cáncer. Los cazadores-recolectores tenían en su dieta bastantes carbohidratos complejos, pero los agricultores producen plantas que son ricas en carbohidratos simples mejor conocidos como almidones.
         Sin duda la ventaja mayor de la vida agrícola es que la mayor cantidad de calorías permitía tener más hijos, pero este crecimiento de la población ayudó a tener más enfermedades infecciosas que han sido las más devastadoras  causadas por la Revolución Agrícola. La viruela, por ejemplo, se extendió notablemente con el aumento de asentamientos grandes y de gran densidad. Otra fuente de contaminación en los centros poblacionales agrícolas son los roedores que acarrean  virus letales como la fiebre de Lasa y sus moscas acompañantes que transportan la plaga y el tifo; los gorriones y palomas la salmonela, chinches y garrapatas. Los mosquitos es otra plaga, a estos no les gusta el sol, se refugian en casas frías y en los arbustos siempre al acecho de la deliciosa sangre humana. La malaria, fiebre amarilla, dengue, la filariosis y la encefalitis son otras enfermedades generadas por los mosquitos desde el origen de la agricultura.
         Y como si no tuviéramos suficiente, la convivencia con animales nos ha causado más de 50 enfermedades: tuberculosis, sarampión; difteria del ganado, influenza de los puercos y patos. Las influenzas son un tipo de virus que muta constantemente que saltó de los patos y gansos a animales de corral como puercos y caballos. Muchas influenzas son benignas, pero algunas son letales especialmente cuando provocan neumonía u otras infecciones respiratorias. Es bien sabido que la epidemia de 1918 mató a cerca de 50 millones de personas en el mundo.
         Contrario a lo que se pudiera esperar puede haber más malnutrición entre los agricultores que entre los cazadores recolectores debido a que la dieta de aquéllos es más dependiente de pocos alimentos básicos. La insuficiencia  de vitamina B3 (niacina) puede causar pelagra que puede llevar a la muerte sino se trata a tiempo. Esta terrible enfermedad es común entre los agricultores que comen principalmente maíz porque la falta de vitamina B3 en el maíz viene también acompañada de otras proteínas necesarias para el aparato digestivo. Sabiamente los antiguos agricultores inventaron cómo hacerle  frente a esa deficiencia haciendo masa de maíz al remojar las semillas en una solución alcalina antes de  molerlo. El proceso del nixtamal nos sólo libera vitamina B3 sino también aumenta el contenido del calcio del maíz.
 
Luego nos hicimos obreros industriales 
Un último acontecimiento que se puede considerar para ver sus efectos en el cuerpo humano es el que ha estado teniendo lugar durante los últimos 250 años. Su comienzo fue la llamada Revolución Industrial con la invención de las máquinas a fines del siglo XVIII en Inglaterra. En menos de 12 generaciones la humanidad cambió totalmente su marco de referencia existencial: se inventó cómo transformar la energía de los combustibles fósiles en vapor y electricidad con que mover las máquinas; las economías e instituciones sociales sufrieron  una drástica reorganización; mujeres y niños entraron a la fuerza de trabajo ocasionando una reconfiguración de las familias y los vecindarios con los nuevos horarios y hábitos para trabajar, comer y descansar; las clases sociales se polarizaron ante la oferta de servicios públicos y de los beneficios interesados de las industrias privadas al promover educación, sanidad y hasta  entretenimiento; el aprovisionamiento para la investigación científica que produjo la localización de microbios, formas de combatirlos, de prevenir enfermedades por medio de la esterilización de la comida y de la vacunación.
   Aquí lo que nos interesa son los efectos de esa revolución al cambiar lo que se comía, la manera de trabajar, de ejercitar el cuerpo. Esto último quedó afectado con las largas jornadas de trabajo por más de 12 horas y bajo la amenazante mirada de un capataz que exigía eficiencia y rapidez en el Reino Unido. En 1802 se tuvo que prohibir que niños menores de 13 años no pudieran trabajar más de ocho horas diarias, adolescentes de entre 13 y 18 no lo podían hacer por más de 12. Tuvieron que pasar 100 años para que en 1901 se prohibiera el trabajo infantil. En otras partes se ha mejorado la condición laboral, así por ejemplo en Estados Unidos un trabajador de fábrica  promedio labora 40 horas a la semana, es decir, 50 % menos horas que lo hacía en el siglo XIX, pero en otros lugares como en China todavía se tienen semanas de 90 horas.
         Una de las consecuencias irónicas de la industrialización es que conforme se ha expandido alrededor del mundo ha causado que esté más sentada la gente. Efectivamente una mayor industrialización, con el tiempo, hace decrecer el número de trabajo manufacturero y aumenta el empleo en servicios, información e investigación. En Estados Unidos actualmente solamente el 11% de la fuerza laboral trabaja en fábricas. El sector de servicios es el que más rápidamente crece en los países desarrollados. Hoy más que nunca un mayor número de gente gana su sustento escribiendo y leyendo en la computadora, hablando por teléfono. Esto en las oficinas, pero fuera, el uso de aparatos para ahorrar tiempo también reducen el costo de energía: carros, bicicletas, aeroplanos, el Metro, escaleras eléctricas, elevadores.
         Si se compara el que durante varios millones de años en promedio los cazadores-recolectores caminaron entre 9 y 15 km diarios, ahora un ciudadano del primer mundo camina menos de medio km al día y  manejando en carro recorre  en promedio 50 km al día. Si a eso se le añade la larga lista de aparatos de cocina, lavadoras, aspiradoras, controles remotos, maletas con ruedas, etc. etc. se ve que se ha reducido la cantidad de energía que gastamos para vivir, y se ha reducido la actividad física.
         Un trabajador promedio, digamos, un agricultor o carpintero que gaste unas 3,000 calorías al día si de repente cambia al jubilarse a una vida sedentaria, su gasto de energía va a disminuir unas 450 calorías al día. Y a no ser que se compense comiendo mucho menos o haga ejercicio físico intenso, empezará a engordar.
La evolución cultural
La gran diferencia entre nosotros y los humanos primitivos es la habilidad del  cambio cultural para innovar, transmitir información e ideas de persona a persona. Hace unos 50,000 años se dio una revolución cultural y tecnológica que nos hizo capaces de colonizar a todo el mundo, desde entonces la evolución cultural ha  sido un poderoso instrumento del cambio  en continuo aumento. Los modernos nos desarrollamos de África hace 200,000 años en contra de la Biblia y demás narraciones de origen. Lo sabemos ahora estudiando los genes. Comparando la variación genética alrededor del mundo, los genetistas pueden calcular un árbol familiar de las relaciones de cada uno con otros, y al calibrar la edad de ese árbol calcular cuándo cada uno compartió un ancestro común. Los datos de múltiples estudios indican que todos los humanos vivos pueden trazar sus raíces a una población común ancestral que vivió en África entre hace 300,000 a 200,000 años y que  un subgrupo emigró de África hace unos 100,000 a 80,000 años, por  lo tanto, hasta muy recientemente todos los seres humanos éramos africanos. Según cálculos todos descendemos de un alarmante  número pequeño, unos 14,000 del África subsahariana, y la población inicial que dio origen a todos los no africanos probablemente era de menos de 3,000 individuos.

         Todo lo anterior nos enseña que nuestra especie es genéticamente homogénea al grado de que si desapareciera el resto del mundo y quedara sólo  una población, que se yo, Uruguay o Cuba esa conservaría casi toda la variación humana genética. Efectivamente se calcula que aproximadamente el 86 % de toda la variación genética humana se halla dentro de cualquier  población. Fenómeno que no se da en otras especies, por ejemplo, en los chimpancés donde menos del 40 % de su variación genética se halla dentro de alguna de sus poblaciones.

         Otra hibridación se dio hace más de 50,000 años además  de un poco con los Neandertales, fue con los Denisovanos conforme los humanos avanzaban hacia Asia. Lo que no quiere decir que los Neandertales, Denisovanos y los humanos somos una sola especie a pesar de que especies relacionadas cercanamente suelen apararse. Los fósiles más antiguos de los humanos modernos provienen  de África y son de hace 195,000 años. Según datos al alcance los modernos aparecen primeramente en Europa hace 40,000 años, en Asia hace 60,000 años y en Nueva Guinea y Australia hace aproximadamente 40,000 años.
         En escasos 175,000 años desde que los humanos modernos se desarrollaron en África ellos colonizaron el universo excepto la Antárctica. Todo parece sugerir también que donde quiera que llegaron los modernos cazadores- recolectores  las otras especies arcaicas humanas pronto se extinguieron. ¿Qué tanto de ese hecho se debe al desarrollo de nuestras mentes? Hace unos 50,000 años llegó la cultura del Paleolítico tardío con nuevas herramientas de piedra. Una verdadera revolución en el arte, y tecnología: variadas herramientas de hueso como punzones y agujas para coser, hacer lámparas  y redes, anzuelos, flautas; armas más letales como arpones y lanzaderas de proyectiles, etc. La  implicación en el cambio en la dieta son fáciles de imaginar una vez que se aumentó la variedad de especies que se podían hervir y rostizar: la explosión de población.
         Como los genes las culturas evolucionan, pero éstas lo hacen por diferentes procesos que hacen la evolución cultural una fuerza más poderosa y rápida que la selección natural. Mientras nuevos genes se originan al azar a través de mutaciones aleatorias, los humanos generan con frecuencia variaciones culturales intencionalmente. La capacidad, sin embargo, de actuar culturalmente, usar y modificar la cultura es una adaptación básica biológica.
         Las más básicas interacciones entre la cultura y la biología del cuerpo son las maneras que las conductas aprendidas—la comida que se come, la ropas que se usa, las actividades—alteran el entorno del cuerpo, influenciando así cómo se desarrolla el cuerpo y cómo funciona. Los efectos no causan evolución por sí misma, pero a través del tiempo algunas de estas interacciones hacen  posible  que en las poblaciones  se dé un cambio evolutivo. Algunas veces las innovaciones culturales dirigen la selección natural en el cuerpo. Un ejemplo es  la habilidad de digerir el azúcar de la leche en los adultos que se desarrolló independientemente en África, en Medio Oriente y en Europa entre la gente que consume leche animal. Lactasa es la enzima que permite digerir la lactosa, es decir, el azúcar de la leche. Hasta muy recientemente los humanos como otros mamíferos perdieron la habilidad de producir lactasa después del destete, pero debido a mutaciones que se desarrollaron en el gene LCT  permiten a algunos humanos ya de adultos continuar sintetizando la enzima. Esa es una  adaptación biológica a la cultura de la leche.
         En otros muchos casos, la cultura mejora o niega los efectos del entorno  acolchonando el cuerpo de los efectos de la  selección natural que tendrían lugar. Este colchón cultural se da por todos lados y sólo nos damos cuenta de sus efectos cuando nos falta ropa, o no se puede cocinar o no hay antibióticos.
Nuestro cuerpo es testigo de características que se desarrollaron por cientos de miles de años por la interacción de la cultura y la biología. Algunas de estas adaptaciones son anteriores del hombre moderno: la invención de las herramientas de piedra y proyectiles que permitieron la selección de los de mayor habilidad en arrojarlas con puntería. Los dientes fueron seleccionados para ser más pequeños después de que se usaron herramientas en el Paleolítico temprano, el aparato digestivo cambió una vez que se hizo popular el cocinar de suerte que ahora somos dependientes de la cocina para poder sobrevivir. Es claro que nuestro impulso sin cesar para innovar ha dirigido a la misma  selección natural en el cuerpo.
         La selección natural adaptó a las poblaciones a los nuevos ambientes que iban hallando en su dispersión por el planeta. Eran africanos, no se olvide, los que tenían calor en su ambiente, pero al ir al norte, durante la Edad del Hielo, lo que querían era conservar el calor, y no lo hubieran logrado sin tecnología para cubrirse, tener fuego, refugiarse: ejemplo las agujas de hueso para coser  en el Paleolítico tardío que están ausentes en el Paleolítico medio.
         Con el tiempo se desarrolló el cerebro, se cocinaba, ya no se pasaba medio día masticando, el fuego y las herramientas y la cooperación afectaron el entorno del cuerpo humano. Es la evolución de la cultura influyendo en el medio ambiente  y en varias formas en la misma evolución natural. Los cambios culturales han creado nuevas presiones que han dirigido y hasta acelerado la selección natural.
 
Enfermedades modernas
Es siempre controvertido el origen atribuido a muchas enfermedades, no se saben las causas, por ejemplo,  estamos adaptados para el ejercicio, pero ¿lo estamos para mucho ejercicio? Se sabe que mucho correr u hacer otros deportes pueden bajar la fertilidad de las mujeres. Ahora vemos que en pleno campo de juego caen fuertes atletas. Aquí lo que interesa es preguntar cómo la evolución cultural responde a las enfermedades. La viruela o el bocio están ahora extintos o muy raros, en cambio la diabetes tipo 2, enfermedades del corazón, pie plano, la miopía, las caries ahí están y aún están siendo más comunes. La misma cultura puede perpetuar el círculo vicioso de una enfermedad cuya causa, entre otras,  es la mala adaptación al medio ambiente. No es que automáticamente se pasen muchas enfermedades de generación en generación, pero mucho ayuda pensar que lo que pasamos son las conductas y entornos que las causan.
         La hipertensión (presión arterial alta) que afecta a más de mil millones de gentes y que es el principal factor de riesgo para infartos, ataques cardiacos, enfermedad de los riñones, etc. es causada por la interacción entre los genes y el medio ambiente. Entre los jóvenes y adultos medios las principales causas son las dietas que causan obesidad, gran cantidad de ingesta de  sal, poca actividad física y exceso de consumo de alcohol. Sabemos qué causa todo esto pero la cultura sigue transmitiendo las condiciones para que se siga dando.
         La diabetes tipo #2 es otro ejemplo para explicar lo dicho. La enfermedad comienza cuando las células del cuerpo dejan de responder a la insulina que es una hormona que saca el azúcar de la corriente sanguínea y la almacena como grasa. Con la enfermedad los niveles de azúcar en la sangre crecen lo que estimula al páncreas a producir más insulina pero en vano. Con los años el fatigado páncreas no puede producir suficiente insulina y sigue subiendo el nivel de azúcar, lo cual es tóxico y causa terribles daños a la salud y hasta la muerte.
          ¿Por qué a los humanos nos da diabetes tipo 2? Entre 1975 y 2005 la diabetes # 2 aumentó más de siete veces en el mundo y sigue subiendo. A parte de los mecanismos celulares y genéticos que la facilitan, la enfermedad es un problema en aumento porque los cuerpos humanos fueron adaptados primeramente para condiciones muy diferentes que ahora nos hacen mal adaptados para hacer frente a las dietas modernas y a la inactividad física. Los primates en cautiverio, con exceso de azúcar y falta de ejercicio les da también diabetes tipo 2. Millones de años de evolución favoreció a los ancestros que deseaban comidas ricas en energía, incluyendo simples carbohidratos como el azúcar que era difícil de hallar, carbohidratos que eficientemente almacenan calorías en exceso como grasas, pues los carbohidratos también producen grasa y por tanto pueden producir arterioesclerosis.
         Sin embargo, es necesario hacer algunas precisiones acerca de la necesidad de azúcar y la grasa. Los tejidos del cerebro no almacenan energía sino que deben recibir una continua cantidad de azúcar del torrente sanguíneo. Interrupciones o déficits de azúcar en la sangre  por más de un minuto o dos causan daños irreparables, con frecuencia letales. Se dice que fueron necesarias adaptaciones para tener la habilidad de almacenar grasa. No es sorprendente entonces que los recién nacidos vengan con un 15% de grasa corporal. De hecho el último trimestre del embarazo es principalmente para engordar al feto. Estamos adaptados para ganar peso, así que cierta cantidad de grasa es normal.
                El porcentaje de obesos se ha duplicado desde 1970. ¿Por qué? ¿Dónde se almacena la energía? No sólo se consumen más calorías de las que se necesitan, sino que la falta de fibra causa que se absorban las calorías más aprisa de lo que el hígado y el páncreas puedan manejar. Nuestro aparato digestivo nunca evolucionó para quemar tanta azúcar tan aprisa y responde de la única manera que sabe: enviando el exceso de azúcar a la grasa visceral.
La principal razón por la que engordamos cada vez más es que las comidas procesadas están proporcionando demasiadas calorías, muchas del azúcar tanto en la forma de glucosa como de fructuosa en cantidades que son muy altas y muy rápidas para el sistema digestivo que heredamos. En pocas palabras: aunque evolucionamos para comer bastantes carbohidratos y almacenarlos eficientemente, no estamos bien adaptados para consumirlos en la forma que se hallan en bebidas dulces como la soda y jugos de frutas, pasteles, dulces, panuchos, etc.
         La obesidad el mayor problema de salud de la especie humana hoy en día, en sí no es una enfermedad, se origina por tener ahora mucho del estímulo que era escaso antes: energía y mucha energía incluye mucha grasa en el cuerpo, especialmente en el abdomen, no en el área subcutánea, sino en los órganos de la cavidad: páncreas, bazo, hígado, riñones, etc. El aumento de la talla (más de 40 pulgadas en los hombres y 35 en las mujeres) puede significar alta presión arterial, altos niveles de triglicéridos (grasa en la sangre), baja de colesterol bueno (HDL) y alza del malo (LDL), altos niveles de azúcar en la sangre con la secuela de enfermedades graves como las cardiovasculares, diabetes tipo #2, cánceres en el sistema reproductivo, en el tejido digestivo; enfermedades de los riñones, vesícula e hígado. 
         No le pasamos las caries a nuestros hijos vía biológica, pero sí a través de la dieta que las causa, y ellos así lo transmitirán a sus hijos. Los cazadores recolectores comían bastantes carbohidratos complejos (que se encuentran en alimentos tales como chícharos, fríjoles, granos enteros y hortalizas).Pero desde la Revolución Agrícola se empezó a consumir mucho almidón que causa las caries: los almidones y el azúcar se quedan en los dientes después de comer y atraen bacterias que se multiplican y combinan con proteínas de la boca para formar una placa. Mientras las bacterias digieren azúcar excretan ácido que es atrapado por las placas (una película blancuzca que envuelve el diente) y disuelve el esmalte de la coronas causando caries. Las caries afectan a 2.5 mil millones de gentes. Ahora dependemos de cereales y granos lo que hace tan difícil acabar con la enfermedad. Es el precio que pagamos por calorías baratas.
         La miopía es otro de los males de la vida moderna. Hace apenas 6,000 años se inventó la escritura. Es hasta el siglo XV que se inventó la imprenta, es hasta el siglo XIX que la gente pasaba horas leyendo. Ahora son horas más horas enfrente de la computadora, la televisión, el celular. En E.U. y Europa casi una tercera parte de los niños entre 7 y 17 años se hacen miopes y en Asía es mayor el porcentaje.
         Regresando al planteamiento de la relación entre la evolución cultural y las enfermedades, se ve que la  selección natural no se detuvo cuando comenzó la agricultura, sino que ha seguido adaptando poblaciones a dietas cambiantes, gérmenes y entornos. Sin embargo la velocidad y  fuerza de la evolución cultural ha superado las de la selección natural y los cuerpos que heredamos están todavía adaptados en cierto grado importante a las diversas y variadas condiciones ambientales en las que nos desarrollamos durante millones de años.
                   Los cambios culturales han cambiado los hábitos alimenticios, el modo de trabajo, las enfermedades que sufrimos y otros factores ambientales  que han creado a su vez nuevas presiones selectivas. Hay cambios que son genéticamente heredables, pero también culturalmente. Así como pasamos cromosomas a los hijos también les heredamos culturalmente condiciones ambientales, tales como las toxinas que van a encontrar, los alimentos que comerán, la temperatura que sufrirán.
 
En resumen
Finalmente a manera de conclusión dos aspectos para reflexionar. El principal es que modernamente el factor que hace falta para tener salud es el ejercicio. El esqueleto humano deja de crecer por los años veinte de edad. El ejercicio desde temprana edad hace que los tejidos óseos experimenten tensión facilitando así el grosor y alargamiento de los huesos. Los problemas de salud se van incubando cuando desde niño se es sedentario y se pasa horas ante la televisión o el celular.
          Segundo, no tiene el cuerpo una lógica que nos obligue a obedecerla, actuamos a pesar de que no es saludable lo que comemos o cuando dejamos de ejercitarnos. ¿Por qué? Estamos hechos, por ejemplo, para ansiar comer sal, azúcar, grasa y no nos podemos detener. Actuamos por instintos. Sí, el hombre tiene instintos y más que los animales. Con frecuencia actuamos irracionalmente en contra de la salud (Ver Dan Ariel, Predictably Irrational: The Hidden forces That Shape Our Decisions, N.Y. Harper, 2008). En un medio de abundancia y toda suerte de conforts, va a ser muy difícil ir en contra de los instintos a pesar de estar informados, pero desgraciadamente no basta la información hay que estar  motivados para prevenir las causas de las enfermedades.
 
Bibliografía mínima recomendada:
 
Daniel E. Lieberman, The History of the Human Body, Vintage 2014.
Rita Levi-Montalcini, Atrévete a saber, Crítica 2013.
Juan Tonda y Julieta Fierro, El libro de las Cochinadas, ADN Editores ,2005.