Manuel Esparza
Y van y vienen oficios
de los dos lados de la frontera estatal. Vienen y se van gobernadores sin que
pongan un alto a las invasiones chiapanecas. Funcionarios mandan sus huestes a
sacar copias fotostáticas de cuanto documento encuentren con la esperanza de
que en alguno se hallen las elusivas mojoneras divisorias. Otros metidos a improvisados
historiadores opinan sobre los orígenes de los antiguos habitantes de los
Chimalapas y aceptan títulos primordiales falsos.
Para
documentar el presente.
Se
sabe que Eduardo Martínez fue el topógrafo que obedeciendo órdenes hizo correr
hacia territorio oaxaqueño la línea limítrofe del mapa oficial de Chiapas. Es sabido que Ernesto Castellanos Domínguez hermano del
entonces gobernador Absalón Castellanos asentó
sus reales en este lado de territorio oaxaqueño. Eso le mereció en 1986 que sus
huesos dieran en la cárcel de los municipios zoques afectados por la rapiña de
madera que hacía durante años. El general Absalón, por cierto, sería en 1994 hallado culpable por EZLN de
crímenes contra los indígenas chiapanecos y dejado libre por los mismos
zapatistas para
que viva ¨hasta el último de sus días
con la pena y la vergüenza de haber recibido el perdón y la bondad de aquellos
a quienes tanto tiempo humilló, secuestró, despojó, robó y asesinó¨.
El siguiente gobernador Patrocinio González
Garrido (1988-93) continuó con la política de invasión de territorio oaxaqueño,
e intensificó las medidas para no llegar a acuerdos conciliatorios entre los
dos gobiernos desde su puesto de Secretario de Gobernación con Salinas (1993-94). Hasta policía
chiapaneca había en San Isidro la Gringa aprovechándose del gobierno pusilánime
de Oaxaca. Pero en el fondo el conflicto
no se resolvía porque entre gobernadores priistas no había pleito, había
reparto. Y así ha seguido hasta el presente el problema de límites con la fútil esperanza de que la Suprema
Corte lo dirima.
Los
límites de los obispados de Oaxaca y Chiapas en el s. XVIII
Desde
temprano en el s. XVI la diócesis de Antequera colindaba con Tlaxcala, Chiapas
y Yucatán de suerte que la jurisdicción eclesiástica llegaba hasta Coatzacoalcos.
Es precisamente en la parte norte donde el río Mezcalapa dividía los dos
territorios que se dio una controversia por los límites de los obispados. Como
en todos estos conflictos, hubo un pillo llamado Félix de la Cruz que instigó
para que se hiciera una ermita en el pueblo ribereño Mezcalapan o Los Naranjos y
para que en adelante dependiera de la diócesis de Chiapas. El mismo Félix conchabó
al teniente más cercano del pueblo de Ocuapan para que no parara la obra de la ermita
a pesar de estar expresamente prohibido ese tipo de edificios de culto sin
expresa aprobación de la Corona. En 1781 el obispo de Antequera, Joseph Gregorio
de Ortigosa se quejó de la invasión de su jurisdicción con el virrey Martín de
Mayorga (1779-83). Y es así como comienza una serie de oficios que van y vienen
entre el virrey de la Nueva España y el Presidente de la Real Audiencia de
Guatemala que entonces era Matías de Gálvez para que éste notifique al obispo
de Chiapas Francisco Polanco (177-1784), por medio del fiscal del caso quien
ordena al obispo ¨ocurra al Superior
Gobierno de México… y que se abstenga de conceder licencias para levantar ermitas
aunque sea en su propia diócesis…¨.
Y como en el presente, se sucedieron gobernantes y obispos y el
conflicto no se resolvía. Los obispos de Chiapas alegando que se traspapelaron
los documentos, que no tenían dinero para hacer el viaje a México, etc. Fueron
cuatro obispos desde que empezaron los reclamos en 1781 hasta 1804 en que ya no
hay información y no se sabe cuál fue el final. La lista de virreyes que
tuvieron que ver durante ese periodo de 23 años fueron diez.
El pleito por límites entre las dos jurisdicciones
es ilustrativo de cómo se movilizan los personajes e instituciones cuando están
en juego intereses muy fuertes como es el de abarcar más territorio y concitar
para que la jurisdicción de la autoridad cambie de sede, en último caso de la
capital de la Nueva España a la Real Audiencia de Guatemala a través de la
Intendencia de Ciudad Real (San Cristóbal). Las mismas mañas que se dan hoy en la expedición de documentos, tortuguismo en
responder, acudir a instancias superiores, en el caso el obispo de Chiapas directamente a la Corona. Este tipo de documentos,
sin embargo, al parecer que no tienen relevancia con el área de los Chimalapas
donde se da el conflicto actual, sí
ilustra cuáles pueden ser los límites coloniales de las jurisdicciones legales
en conflicto. La presencia de parroquias
y sujetos, por ejemplo, en
determinado lugar es indicativo de la frontera que había entre el territorio de
la Nueva España y la Audiencia de Guatemala. A eso obedece el interés de la Corona en
saber los ¨´parajes, sitios y pueblos formados¨ en un obispado conforme a la
Real Cédula del 21 de mayo de 1747 ¨en consecuencia de lo ordenado por la Ley
primera, del Título decimocuarto del Libro primero de la Recopilación de
Indias.¨ Se conoce la relación detallada
que el obispo de Ciudad Real hizo en
respuesta a ese ordenamiento con fecha 30 de diciembre de 1748. En el mismo
texto se dice que se envió el plano ¨´de este obispado con la mayor claridad
según lo encargado.¨ Se desconoce si en algún archivo está dicho plano que
aclararía más los límites del obispado.
(Textos de estos documentos en Archivo General
de Chiapas, Boletín, Año III, No. 5: 25-76, Julio-Agosto de 1955).