Palabras
en la presentación de los escritos de Mardonio Morales, CEDUI-UNICH, San Cristóbal de las Casas,
Chis, 7 de mayo de 2014
Manuel Esparza (INAH Oaxaca)
Antropología
crítica
Son muchos los
agentes externos que por décadas han estado en contacto con esas comunidades: políticos, ingenieros,
topógrafos, doctores, agrónomos, etc. En una forma muy relevante los
antropólogos han estado presentes desde los años 50 cuando se fundó el Centro
Coordinador del INI en San Cristóbal. Pronto proliferaron los proyectos de
antropología de universidades extranjeras. Docenas de tesis doctorales e
innumerables publicaciones dan cuenta de los estudios de algunos cuantos
municipios de los Altos. La antropología aplicada del INI iba más directamente
a satisfacer las necesidades materiales de las comunidades. Los internados,
escuelas, albergues, capacitación a promotores en educación y medicina, la
asesoría técnica en diversas áreas especialmente en la legal. La larga historia
de los Centros Coordinadores hizo patente la reflexión teórica que se
desarrolló a cerca de la situación de desigualdad en esas zonas de refugio.
Por otro lado, la orientación indigenista del Estado pretendía integrar a
los indígenas a la única cultura nacional. Fue precisamente esta prolongada
orientación la que hizo reaccionar a los antropólogos en contra del indigenismo
oficial y en contra de las denominaciones religiosas vistas como agentes
externos en contra de las culturas locales.
En México a partir de 1968 comenzó una
crítica severa a los organismos en
contacto con las comunidades indígenas, por un lado, las acciones
evangelizadoras de la iglesia católica y protestante, y, por otro, la agenda
integracionista de un estado en busca de una necesitada unidad nacional desde
la Revolución de 1910. Es a partir de esa guerra devastadora que los
antropólogos son llamados a intervenir en las políticas sociales. Y desde
entonces la antropología ha sido el locus donde se conceptualiza y se dicta
cuál debe ser la suerte de los grupos indios dentro del país. Así, la
antropología aplicada en México ha tenido casi exclusivamente como objeto de
estudio a los indígenas.
Fue
dentro del dominio de la antropología mexicana que se dio la confrontación con
otros organismos que reclamaban derecho
de presencia en el medio indígena, fue en los círculos académicos de los
antropólogos donde se tuvo por primera vez el juicio crítico no sólo de lo que hacían las denominaciones
religiosas sino las diversas agencias responsables de realizar la política
oficial indigenista.
El factor
aglutinador
Hubo
un substrato en algunos de esos factores que hizo posible ¨la rearticulación de
las identidades étnicas con los discursos políticos emancipatorios¨ (Harvey
2000:31) (i.e. las necesidad de profundas
culturales sociales de las comunidades
que encuentran una respuesta política libertadora): y ese factor articulador fue la influencia teórica y política del marxismo que
dominó el pensamiento progresista de muchos movimientos sociales en América
Latina desde la década de los 60s. Esa corriente hizo dar un cambio substancial
a la antropología que se enseñaba y practicaba en México. De lleno entró la
reflexión sobre la dependencia y el subdesarrollo de los países del área
respecto a los centros de poder. Producto del cambio del estudio de comunidad y
de la antropología cultural al más amplio del análisis estructural de regiones y
países, y hacia una antropología económica y de aplicación para la toma de conciencia de clase entre los
grupos minoritarios indígenas, fue la crítica severa al indigenismo
integracionista oficial.
Así mismo ese denominador común
marxista incidió en el cambio llamativo de una religión providencialista y
conformista a una que exigía justicia antes que obras de caridad. Desde fin del
Concilio en 1965, y dadas las directrices de la Conferencia de Medellín, la
iglesia de América Latina tuvo que confrontar la realidad social de enormes
poblaciones. Pronto se consolidó una fuerte orientación hacia una ¨opción
preferencial por los pobres¨ y una voluntad comprometida a luchar contra la
injusticia. Esta radicalización del pensamiento progresista religioso hacia una
salvación de los oprimidos, no en un futuro impredecible, sino desde el hoy y
aquí, halló resonancia con la muy anterior experiencia de lucha indígena contra
la injusticia y la desigualdad lográndose así, en una primera etapa formativa, la
concientización y organización de
los grupos indígenas de Chiapas por medio de un ejército de miles de
catequistas-alfabetizadores.
Un sesgo muy peculiar de la Iglesia en
Chiapas fue y sigue siendo la llamada Teología India desarrollada por el mismo
obispo Samuel Ruiz. Esta concepción está
más consonancia con los derechos de los pueblos indígenas, su cultura,
su religión. Sin más acepta que no hay religiones buenas o malas, mejores o
peores. Queda relativizada así la urgencia de una nueva evangelización toda vez
que todos los pueblos del mundo conocen a la divinidad desde sus propias
culturas. El tan deseado y poco cumplido deseo de autonomía se ve apuntalado
desde la misma religión al optar ésta por combatir las causas de la sujeción a los poderes establecidos (Teología de la
Liberación) y aceptar al otro en sus más íntimas convicciones religiosas sin
necesidad de ¨inculturarlo¨para cambiárselas[1].
Esta
mezcla de antropología crítica, religión comprometida, toma de conciencia
de los indígenas de su situación de
explotación estaría en la base de un movimiento social y político de alcance
mayor con características particulares del estado de Chiapas.
La
conjunción de un pensamiento antropológico crítico y una concepción
desmitologizante de la religión ayudó a una toma de conciencia de la situación
social de los indígenas. González Casanova escribiendo sobre los que ya antes
del alzamiento en Chiapas eran
revolucionarios y los que por primera vez cobran conciencia revolucionaria ¨y
ven lo nuevo de la nueva concepción y expresión de la revolución con conceptos
y lenguajes que vienen de movimientos religiosos, étnicos, campesinos y
proletarios también pensantes y actuantes…¨ El que descubre la revolución y
participa en ella ¨tras ese acto al que los teólogos llaman ´conversión´, los
pedagogos ´concientización´, y el marxismo ´toma de conciencia de clase.´¨
La ¨indignación
ética¨ de Mardonio Morales
Esa conversión
de los teólogos es la que llama indignación
ética Mardonio Morales. Ante la realidad de la explotación de los peones en
las fincas cafetaleras, la corrupción de las autoridades agrarias, la represión desatada de las guardias
blancas, el ejército, Mardonio llegó a justificar la defensa propia armada: ¨Cuando
se da una agresión injustificada se pueden tener acciones de legítima defensa.
Yo considero que es posible llegar al momento de decidirse por tomar incluso
las armas, cuando la agresión amenaza la vida y no existe otra posibilidad de
defensa de la vida.¨[2]
Otro tipo de conversión es el que
experimentó Mardonio. Educado como religioso y sacerdote con obligación de
administrar los sacramentos por ser párroco, tuvo que volver su mirada hacia la
realidad social de Chiapas usando las técnicas de la antropología. De esa
manera no sólo fue el aprender el tseltal sino sistematizar los conocimientos
de la cultura en apuntes y tarjetas. Así en los primeros años de la década de
los 70 expone al gobernador la situación laboral de no menos de 30 fincas dando
nombres de propietarios, salarios, condiciones de casillaje. Así mismo cuando
alega con las autoridades agrarias los rezagos en la solución de solicitudes de
dotación o ampliación de tierras de las comunidades de Chilón y Sitalá principalmente
es minucioso en la enumeración de expedientes y fechas. Los testimonios
recabados en grabadora de los sobrevivientes de la matanza de Wololchán en
1980, la tenacidad en recabar información escrita en zoque de las consecuencias
terribles por las erupciones del Chichonal, la averiguación de las
circunstancias de la muerte de Manuel Saragos, la continua revisión de la
historia para explicar el presente son
ejemplos de una metodología antropológica que aprendió posteriormente a sus
años de formación religiosa.
[1] Para el jesuita uruguayo Juan
Luis Segundo, el pensamiento teológico pertenece a la ¨superestructura.¨ En el
análisis marxista, entonces, la teología se vuelve la superestructura dependiente,
es decir, ideología. Segundo, Liberación
de la Teología, Lohle, Buenos Aires, 1975:111 citado en Alfredo Sáenz
Reseña del libro de P. Bojorge Teologías deicidas, Madrid, 2000 en
http://www.horaciobojorge.org/segundo.html; Ver Hechos 17:22-17,31: el altar
del dios desconocido.
[2] Doc I-15 en Un legendario activista de Chipas:
Mardonio Morales, Centro INAH Oaxaca/Carteles Editores 2013.