El IIISEO, notas para la historia de una etapa del indigenismo en México
Entrevista a Hilario Aguilar y a María de los Ángeles Romero, septiembre, 2011.
La ocasión de esta entrevista fue la serie de comunicaciones que se dieron con motivo del reconocimiento en Estados Unidos a Salomón Nahamad. Lo que detonó la conversación primero fue una conversación en la que le contaba al antropólogo Hilario Aguilar que Salomón había respondido a mi Blog pero quería que eso no saliera al público en Internet. En concreto Salomón decía en ese comunicado que él sí había escrito varias veces contra la política indigenista y citaba las publicaciones. Hilario entonces comentó que eso parecía una justificación tardía, y añadió que esa respuesta se parecía a la defensa que se hizo por parte de la directiva del IIISEO negando que su política hubiera sido nociva para la causa indígena.
Eso dio pie a que en semanas posteriores Hilario de visita en Oaxaca accediera a retomar el hilo de esa primera conversación. Ésta tuvo lugar en San Felipe del Agua en septiembre de 2011 participando también Ángeles Romero Frizzi.
Habla Hilario: En el IIISEO había varios niveles. Ma. Luisa Acevedo era la encargada de la Licenciatura, Enrique Gómez Levi de los Técnicos y Roberto Cervantes de los Promotores que incluía a los niñitos también. La actitud de cada uno de ellos era muy diferente, mientras Gómez Levi trataba ya con adultos o adolescentes entrando a la adultez, Roberto trataba con niños y trataba a los Promotores como infantes, como de su propiedad. María Luisa era la clásica funcionaria fría, institucional con los licenciados, y cualquier reclamo lo tomaba como agresión, como un ataque; eso propiciaba que entre los profesores se diera una separación por los puntos de vista de unos y otros y la forma de tratar a los alumnos, unos que queríamos la apertura, la igualdad y la confianza, y los otros la institución, así, cualquier queja de los estudiantes lo veían mal. Era muy clara esa distinción, al grado que convivíamos nosotros mucho más con los estudiantes, no en el Instituto sino fuera, y nos buscaban más y nos tenían más confianza.
Gómez Levi era parte del equipo, de hecho lo tomaban como cabeza del grupo disidente. Vivíamos varios en el departamento en la calle de Morelos, cuando salíamos del Instituto en la tarde ahí llegábamos a comer, nos juntábamos Eduardo Celorio, Miguel García Olvera, Gómez Levi, la Chacha (Lourdes Ross) y yo, éramos cinco. La Chacha tenía cuarto los demás nos apretábamos en otro y en el cuarto de servicio en la azotea. María Ángeles Comesaña no vivía con nosotros pero era otra de las que pensaban igual.
Lo significativo era que ahí analizábamos más fríamente y discutíamos qué medidas tomar para darle continuidad al proyecto y defender nuestra posición. No sé a quién de los integrantes de ese grupo se le ocurrió que invitáramos al sobrino de Gloria Bravo Ahuja, la directora general, que era como el bedel del internado para los promotores para contarle que su tía no estaba haciendo las cosas de la mejor manera. Las decisiones del Instituto las tomaban Gloria Bravo Ahuja, Margarita Nolasco y Beatriz Garza Cuerón que era investigadora de El Colegio de México igual que la Bravo Ahuja. Las dos y Roberto ya murieron.
Pero volviendo al departamento, pues iba ese sobrino e ingenuamente comentábamos ante él lo que estaba pasando. De esa manera la Bravo Ahuja tenía la información directa de lo que pasaba junto con la que proporcionaban algunos alumnos manipulados por Roberto y María Luisa, pues era claro el control que tenían sobre ellos, pero era un control de miedo, no tanto que los muchachos comulgaran con sus ideas. Una señora María dirigía el internado, pero Roberto y María Luisa eran los que mandaban, pues esa señora tenía sus limitaciones, era más bien la mamá, la abuela de esos niños y los protegía, era la del clásico paternalismo. En cambio, Roberto y María Luisa usaban la información del internado para controlar y para ganar bonos ante la directora. Toda la situación no era abierta, llegó a ser muy tenso el ambiente.
María de los Ángeles Romero interviene: Recuerdo que hubo un festival, y uno de los alumnos de más izquierda se puso a alabar a la Sra. Bravo Ahuja, eso fue muy desagradable. De eso resultó que se discutió si se expulsaba a ese alumno. Sí, cuando estuve ahí- continúa Ángeles- había esa tensión, pero creo que cuando salí continuó. Ángeles explica que ella trabajaba para el INAH y su comisión en el Instituto fue para un semestre. Todo fue porque vine a trabajar, -sigue Ángeles- en la instalación del nuevo museo en Santo Domingo que antes estaba en la Alameda, yo dependía de Mercedes Olivera en la parte de etnohistoria, pero aquí traté a Margarita Nolasco encargada de etnografía y así, a veces me mandaban a los pueblos a comprar objetos. Margarita me invitó al Instituto y di dos cursos, uno a los Promotores y otro en Licenciatura.
Aquí se aclara entre los dos entrevistados que el primer nivel era de niñitos, luego el de los Promotores que eran jovencitos de nivel de sexto de primaria. A estos Ángeles les enseñó la teoría de Aguirre Beltrán sobre zonas de refugio. ¨Claro que no entendieron ni madres…¨ añade. Todo el libro se les dio en dos clases… entonces les hice un pequeño examen para ver qué habían aprendido, cuando leí sus respuestas vi que no habían entendido nada. Entonces volví a explicarles, y eso ya me llevó todo el semestre mostrado punto por punto las causas de la situación de las zonas de refugio. El otro curso (a los de licenciatura) fue sobre organización social.
Hilario enseñó desarrollo de la comunidad, un programa de la ONU e historia de México. Cuando salió Gómez Levi no había quien diera las clases, y los alumnos pidieron que fuera Hilario, pues ya se sentía la presión y el disgusto en el plantel. Entonces lo nombraron coordinador de esa área de licenciatura, no recuerda bien cuándo, pero María Luisa que era la coordinadora se había ido a México por problemas de salud de su hija. Según parece es cuando ella se va a México y entra a trabajar en el INAH (donde todavía está) en el DEAS y se aplica a las oficinas del IIISEO que se trasladaron al Carmen, en San Ángel. Allá es donde fue a parar todo el material lingüístico. María de los Ángeles comenta que el material de investigación lingüístico del Instituto era de primera. Los promotores hacían grabaciones en sus idiomas. Héctor Díaz Polanco, Gonzalo Celorio (hermano de Eduardo) y Beatriz Garza fueron algunos de los que continuaron el proyecto personalista de Gloria Bravo Ahuja.
Hilario estuvo pues de coordinador de licenciatura un poco de tiempo antes que saliera definitivamente del Instituto ya por presiones políticas. Después de su salida no sabe cuánto tiempo más duró el Instituto, cree que hasta que terminaron los alumnos la licenciatura. Sí se graduaron al menos algunos, pero hubo dificultades porque no les reconocían el título. Sí se examinaron después de presentar sus tesis, pero no se conseguía el reconocimiento de los títulos y ese era otro ingrediente del descontento especialmente en el grupo de los licenciados. Ellos eran alumnos con más experiencia y más conscientes para poder exigir sus derechos y que estaban en condiciones de reclamar. Dos alumnas sobresalían, Rosalba y Edith la actual directora del Tecnológico Agropecuario que fue la institución que se quedó en el local del extinto IIISEO. En el caso de los Técnicos sobresalieron Mario Ortíz y Jorge Bourguete.
Comentan los entrevistados que para muchos alumnos aquello era la única oportunidad de salir de su comunidad y la pobreza y eran conscientes de ello, pero eso los ataba a la institución y no iban a ser críticos del pesebre que tenían, pues las instalaciones eran muy buenas en dormitorios y comida. Hilario aquí comenta que era contrastante lo que Margarita hacía con su fama de izquierdista y por otro lado prestándose a toda esa situación en el Instituto. Acepta, sin embargo, que todos los que enseñaban eran corresponsables de lo que sucedía, pero no de la misma manera, ellos no formaban parte del descarado sometimiento, hasta los contrarios los llegaron a acusar de haber sido la causa de la interrupción del proyecto del IIISEO. ¨Había cierta conciencia y procurábamos manifestarla y crearla. Sí, ahí trabajamos pero no a costa de la ignominia o de ir contra nuestros principios¨.
Pasando el tiempo, ya constituido el CIESAS en Oaxaca, y siendo Salomón Nahamad su director hubo un grupo de promotores bilingües incrustado que años después lo disolvieron, entre ellos estaba uno salido del IIISEO, Manuel Ríos, que venía precisamente del nivel de licenciatura. Mario Ortíz del que se habló antes llegó a ser doctor de El Colegio de México.
Hubo otro proyecto de etnolingüística impulsado por Luis Reyes y en él estuvo metido también Salomón antes de venir al CIESAS de Oaxaca, ese proyecto se desarrollaba en Pátzcuaro y Tlaxcala. De ahí viene entre otros Julián Caballero. Cuando se abre la licenciatura en Sociología en la UABJO (1973) por gestiones de Raúl Benitez Centeno de la UNAM algunos del IIISEO son ahí admitidos como Felipe Martínez y Mario Ortíz, estos dos también tuvieron que ver en el movimiento posterior de los promotores rurales, muchos lograron que les reconocieran los estudios y entraron a la SEP con plazas en Educación Indígena, entre ellos Julia Noriega a quien Ángeles la entrevistó a raíz del movimiento del 2006 contra el gobernador Ulises Ruíz. Julia contó cómo tenían que ir a México a pelear por el reconocimiento, ella lo logró, después consiguió que le dieran plaza a nivel de Educación Normal. Otro egresado con empleo fue Eleazar de los técnicos a quien apadrinó Hilario en su boda. Este Eleazar fue muy activo aun después de haber terminado el Instituto. Hilario propone que se entreviste a algunas de las personas que se llevan mencionadas para tener una idea más redondeada de la historia del Instituto. Con uno que aconsejan hablar es con Alberto González Pintos. Pintos era ultra radical, se enfrentaba con la dirección de frente, sin rodeos. Después que salió Gómez Levi, González Pintos se convirtió en el chivo expiatorio, se le acusó de ser la cabeza del movimiento. Una vez que González Pintos salió, siguió en contacto con algunos de los promotores que estaban buscando la inserción en la SEP, siendo Carlos Moreno entonces director del INI de Oaxaca. Hilario hace tiempo que no ve a González Pintos, sabe que vive en Cuernavaca. Con el que tiene más contacto es con Gómez Levi y cree que éste ya tiene algo escrito sobre todo este tema. En opinión de Hilario éste es un hombre muy sistemático, muy académico y derecho. Estela Rodríguez era una de las lingüistas asociadas al proyecto del IIISEO que vinieron del Tec de Monterrey.
Hilario dice que Margarita Nolasco siempre fue muy cortés con él, y que lo apreciaba, él no tuvo dificultades personales con ella. Sí le extrañó que años después tanto ella como María Luisa Acevedo hayan publicado algo tirándole al grupo disidente y echándoles la culpa del fracaso del proyecto. Le extraña porque él la tenía en un concepto diferente aunque sí se daba cuenta que defendía su puesto con la Bravo Ahuja y su plaza en el INAH, pero de todos modos la tenía como una mujer progresista más que de izquierda. Pero lo mismo pasaba con Enrique Valencia, Arturo Warman, incluso con Guillermo Bonfil, nadie es tan puro excepto- coinciden los dos entrevistados- Mercedes Olivera que sigue muy coherente con sus principios y trabajando con organizaciones indígenas en Chiapas, vive en una forma muy sencilla, muy humilde, vive de su sueldo de maestra en la Universidad de Chiapas, nada de huesos. Creo –dice María de los Ángeles -que ella fue la única de su generación que desde joven fue muy coherente con sus ideas.
Reflexión general. Siendo el Ing. Víctor Bravo Ahuja Secretario de Educación y muy al estilo del nepotismo mexicano se facilitó la creación del proyecto que dirigió su esposa en Oaxaca. Ese proyecto estaba inscrito dentro de la política indigenista integracionista. Su mismo nombre es un indicio: Instituto de Investigación e Integración Social del Estado de Oaxaca. El título que se daba era en Licenciatura de Integración Social. Si bien los teóricos y la administración del Instituto abiertamente no aceptaban que se estuviera haciendo integracionismo, la práctica era otra. Se empezaba sacando infantes del seno de la familia para vivir en internado aprendiendo español. Se traía jóvenes que no habían terminado la primaria, esos eran los Promotores. Hasta los hijos del personal de la recién inaugurada embajada de China en México después de la restauración de relaciones fueron enviados a ese internado para aprender español. Se llegó a presumir en ese tiempo que el IIISEO iba a ser la primera universidad indígena de México. Esto en contraposición de la Escuela de Desarrollo en Chipas del INI que estuvo dando cursos a nivel de licenciatura para formar antropólogos de varios países latinoamericanos. Mercedes Olivera fue la directora de esa escuela acompañada de varios colegas entre ellos Roberto Varela, Patricia Arias, el que esto escribe entre otros profesionistas. Esa fase de la Escuela terminó con la renuncia de los profesores en 1972. Era entonces Salomón Nahamad director adjunto del INI, y Aguirre Beltrán el director general. Pero esa es otra historia en espera de ser más conocida.
Manuel Esparza
INAH Oaxaca